El concepto vertido en el título quiere significar que el equilibrio entre bienestar y pobreza está demasiado lejos, por más que imaginemos que en la actualidad, aquí todo es posible.
Sólo estaríamos cerca de ese ideal, si a partir de este momento no naciera una persona más en todo el mundo. Aún si eso ocurriera, llevaría décadas ese cometido hacia la igualdad.
China tiene un duro régimen de gobierno, con una sola voz de mando y nadie puede desobedecer. Si a esto le agregamos su milenaria sabiduría, la subsistencia se hace mecánica o, si prefiere, robótica. Todos trabajan, caminan, miran y actúan razonando para su interior y casi sin darse cuenta que al mismo tiempo más de 1.200 millones de compatriotas hacen lo mismo.
Sí claro, hay más de 400 millones que descubrieron cómo es la vida teniendo plata.
Hasta ahora este mix de capitalismo y comunismo convive porque el 70% de los habitantes del gran país asiático tal vez ni se haya enterado que hay una manera de vivir basada en tener el dinero para comprar todo.
Mensajes contradictorios a descifrar
La mirada sincera del campesino chino dista mucho de la expresión opulenta de su compatriota recién arribado al escenario de comprar y mandar.
Pero los que todos los años van escalando posiciones, verdaderamente son tantos como los habitantes de la Argentina. El inmenso fenómeno chino, algo le está diciendo al mundo, que hasta ahora se hace el distraído.
M.A.B.
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