El viernes por la noche se realizó una apertura simultánea de dos muestras en el primer piso del Museo Municipal Fernando Bonfiglioli.
Por una parte, en la sala de Arte Joven, la artista cordobesa Beatriz Laborde exhibió una selección acotada de sus pinturas alusivas a la naturaleza que coronó con el título (elegido en la misma velada) "Corriendo por mis venas".
En segundo lugar, en la sala de Exposiciones Temporales, un grupo de estudiantes de la Universidad Nacional de Córdoba montaron una peculiar y atrevida muestra titulada "El boceto (o el cuerpo de poética)".
Manuel Molina y Macarena Zerreyra, dos de los jóvenes integrantes del colectivo que se completa con Guillermina Bustos y Diego Fernández, explicaron a EL DIARIO el cometido de una instalación que intenta provocar una ruptura con las nociones de obra de arte y del montaje clásico de las piezas. "Este trabajo parte del conceptualismo que pone en el centro la idea por sobre la obra en sí misma. Se desplaza de los soportes tradicionales que sostienen la obra como también de la manera en que el espectador aprecia la obra en un lugar tradicional como el museo", señaló Molina.
En rigor, la muestra estaba configurada por dos cubículos cerrados -entablados por paneles- y una escalera en el medio. Dentro de cada cuadrado se encontraban exhibidos bocetos de los más variados, desde garabatos hasta apuntes teóricos y académicos, o fotocopias de DNI. "El boceto es lo más cercano a la idea material del proceso de pensamiento", acotaron los ideólogos. Respecto a la distribución escénica indicaron: "Aquí nadie dice que no puedas correr los paneles o subirte a la escalera para ver los bocetos. Es una manera de romper con los hábitos de percepción y de concebir a la obra como un fetiche inalcanzable o intocable".

Venas y colores

Por su parte, Laborde comentó los trabajos de la serie de paisajes pictóricos de "naturalezas exóticas", según su percepción. "Después de hacerlos me di cuenta de que los cuadros estaban hablando de las transformaciones dramáticas del mundo", acota. Sus obras, que exhiben en su mayoría a árboles y ramas -en alusión recíproca a la sangre y la sabia- en contraste de colores, fueron plasmadas en acrílicos sobre tela y sobre madera.
Su amplia paleta, de rojos, grises, negros y azules, se corresponden a una reciente experiencia vital de la artista en México.
"Volví con una explosión de colores", indicó la compañera de Marcos Acosta en sus estudios académicos.
Entre medio de sus cuadros se cuelan obras con reminiscencias a una serie anterior, donde las figuras principales eran los perros. "Me gustan utilizarlos como nexos y continuación. Aunque ahora, después de estas muestras, voy a empezar con algo totalmente diferente", adelantó.