Cuando transcurría el segundo tiempo, el referí Rodríguez se acercó al banco de suplentes de la visita, donde fue increpado por Alberto Arévalo -colaborador del cuerpo técnico del “RG”- quien sorpresivamente le propinó un golpe de puño (el famoso “cortito”) a la altura del estómago del árbitro. Un hecho que, por la inmediata acción de la Policía y la serenidad del hombre de negro, no pasó a mayores y el partido continuó.
Igualmente, el suceso pudo haber sido mayor y generando otras consecuencias de la que realmente tuvo, a tal punto que quedó como una anécdota del encuentro, aunque es un hecho vergonzoso que no debió suceder ni debe volver a pasar.
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