ESCRIBE: NET

En la edición del 20 de marzo de 2008, EL DIARIO publicó una nota titulada: “Una de piñas en la Municipalidad” y cuyas primeras líneas comentaban lo siguiente: “El intendente de Etruria, Héctor Baravalle, y el vecino Jorge Goroso protagonizaron, según trascendió, una discusión que terminó en una escena de pugilato en la Municipalidad de aquella localidad”.

Efectivamente, la disputa, con dos versiones diferentes, ocurrió el 19 de marzo de 2008 y terminó en una denuncia en la Comisaría del lugar realizada por ambos protagonistas.
Ese fue el primer capítulo de la historia.

El tema pasó a manos del fiscal Gustavo Atienza, quien realizó la instrucción correspondiente.
El 19 de febrero de 2009, Atienza imputó a los dos involucrados en el litigio por “lesiones leves recíprocas” y elevó a juicio la causa que se encuentra en poder de la Cámara del Crimen.
Fue el segundo capítulo de la historia.

La audiencia final se había fijado para hoy, según fuentes, pero podría ser suspendida a raíz de un pedido de “probation” que hizo el abogado de Baravalle el pasado 15 de octubre.

Sin embargo, el fiscal de Cámara Francisco Márquez se habría expedido remarcando que “no le corresponde la probation por ser un funcionario público” y sería inminente el juicio a los dos.
El tercero, y vencido, capítulo de la historia que podría agitar las aguas del terreno político regional.

Lo legal y lo político

“El intendente tendría que haber sido suspendido en el mismo momento de la elevación a juicio porque así lo establece el artículo 112 de la Carta Orgánica de la Municipalidad de Etruria”, destacó un conocedor de las leyes.
No obstante, el jefe comunal que lleva dos períodos consecutivos, sigue en su cargo sin inconvenientes pero entre las cuerdas.
¿Por qué no actuaron los concejales en su momento?
¿Qué pasaría si lo condenan?
Son las preguntas que ya están rondando por aquí y por allá.

Legalmente, es un hecho menor que establece una pena que va desde un mes a un año.
Pero, políticamente podría generarle un pedido de destitución.
Una panorama nada grato para el intendente peronista en pleno tránsito rumbo a las elecciones de 2011.

El ring y dos versiones

El escenario de la pelea fue el patio del Palacio Municipal de Etruria el 19 de marzo del año 2008.
Según el expediente, el empresario Jorge Goroso (propietario de un centro de estética) fue a reclamarle al intendente por daños en la infraestructura de su negocio que habrían sido ocasionados por una obra municipal.

Parece que un lomo de burro construido frente al spa, sumado al paso de los camiones, le habrían quebrado la pileta de natación.
Blandiendo ese reclamo, Goroso fue al municipio a buscar a Baravalle. La secretaria le dice que “está en el patio” y el comerciante se dirige a su encuentro para pedirle una solución.
Hasta aquí hay un hilo conductor que luego se divide.

Goroso aseguró que “abruptamente el intendente lo empezó a golpear” y que “no se defendió del ataque por cuestiones de edad y de contextura física”.
Baravalle contó todo lo contrario. El intendente aseguró que el vecino lo increpó con insultos y lo atacó.

De la revisación médica resultó que el jefe comunal tenía lesionada la mano derecha (tercer y cuarto dedo) y un eritema molar derecho.
Por su lado, Goroso presentó una “escoriación y equinosis” en la región retroaricular izquierda e hipoacusia. Los dos terminaron en el banquillo junto a las cuerdas.
Casualmente, o no, uno es peronista y otro radical. Uno tiene de abogado a Cristian Barbero (de un estudio justicialista) y otro al dirigente radical Luis Caronni.

Una pelea de fondo.