Aseguran que no venden sus cuerpos y que nadie las obliga a ninguna tarea que ellas no quieran. Afirman que no son “esclavas sexuales”, ni víctimas de la trata, sólo un grupo de mujeres que hasta la madrugada del sábado último trabajaban como “acompañantes” en un club nocturno villamariense.
Ayer, Karina, Inés, Graciela, Agostina y Laura, en diálogo con EL DIARIO, salieron al cruce de lo expresado por la cúpula policial, luego del operativo donde se afirmó que las siete chicas y un menor de edad (cuatro años) habían sido “rescatadas” y “liberadas”.
“Nadie nos vino a liberar porque nunca estuvimos atrapadas”, coinciden en señalar las jóvenes que hasta la madrugada del sábado alternaban en “El Trébol”.
Vale recordar que precisamente, en las primeras horas del último fin de semana, una comitiva policial irrumpió en el boliche, realizó una requisa del lugar y procedió al traslado de las mujeres y a la detención del espacio de diversión.
“Todo fue un atropello. Creo que eran trece policías, se metieron en todos lados, revolvieron minuciosamente nuestros bolsos, carteras y hasta esposaron a Inés (dueña del lugar), sin permitirle que pudiera mostrar la documentación con la habilitación del negocio”, relataron las reporteadas por este matutino.
“Preguntamos qué estaba pasando y nadie nos respondía, lo único que pedían era que apagáramos todos los celulares. Eso sí, se llevaron todo… hasta el dinero que había en la caja”, destacaron.
A pesar del hermetismo reinante, ellas escucharon que a la responsable del boliche, los representantes de la ley si le develaron el motivo del allanamiento: trata de personas.
Según lo recordado por las protagonistas, la movida policíaca también incluyo detenciones fuera del local. Como ejemplo citan la situación de una de las chicas que regresaba de brindar un show privado y que fue obligada a entrar al cabaret para ser identificada y luego, como las demás, demorada.
Como parte de la redada, las consultadas indicaron que después de varias horas en el boliche las trasladaron hasta la sede policial, con la promesa de que luego que declararan serían dejadas en libertad.
Nada de esto sucedió, en la central de Policía les informaron que debían llevarlas a Córdoba donde les practicarían un examen físico y psicológico.
“Estábamos sin higienizarnos, no habíamos tomado nada y tampoco habíamos podido tomar contacto con alguien que nos ayudara. La pasamos muy mal, nadie nos liberó de nada, ellos nos detuvieron contra nuestra voluntad”, subrayaron.
Como detalle remarcaron que luego de negarse a ser controladas, las jóvenes manifestaron que quisieron retirarse del edificio policial y que dos agentes les cerraron el paso hacia la calle.
En un vehículo especial y escoltado por dos patrulleros, el grupo fue finalmente llevado a Córdoba para cumplir con los trámites de rigor. Allí, familiares intentaron hacerles llegar comida y gaseosas, acción que fue rechazada por los custodios.
“Le dijeron que ellos eran los encargados de alimentarnos, pero nada nos dieron para comer”, expresaron.
De regreso a la ciudad y luego de más de veinte horas de ajetreo, todas fueron dejadas en libertad y luego de recuperar sus pertenencias decidieron organizarse para dar a conocer los hechos que vivenciaron.

"Vidas normales"

“Nada de lo que se está diciendo es cierto. Nadie se golpeó bailando en el caño, no hay menores de edad trabajando y tampoco drogas porque Inés odia todo eso, además que nosotros no lo aceptamos”, advirtieron ante este medio.
“Tenemos vidas como cualquiera y elegimos hacer lo que queremos. Algunas vivimos en un hotel, otras viajan desde Córdoba a Villa María y viceversa, los fines de semana. Todas somos dueñas de nuestros tiempos y de elegir con quién queremos estar”, sintetizaron.
“Con Inés trabajamos porque nos respeta, cuida y protege. Ella con su negocio nos dio techo, comida, cobertura médica y seguridad”, también dijeron.
“Si bien es cierto que tenemos un arreglo económico con ella (les da el 50% de cada consumición que logran vender), nunca fuimos obligadas a tener sexo con nadie”, subrayaron en otro tramo de la charla.
“Era nuestro trabajo y nos dejaron sin nada”, redondean.
Como hipótesis, las alternadoras ahora desocupadas, estiman que “la Policía le tiene bronca a la dueña porque ella no permite muchas cosas que en otros lados son cosa corriente”.
“¿Por qué no fueron a controlar otros lugares similares a este? Es injusto lo que está pasando, ella no se merece lo que está pasando, pedimos que nos escuchen y, además de liberar a Inés, volver a recuperar nuestra fuente laboral”, concluyeron.