No es nuestro estilo considerar ni analizar temas políticos, pero el miércoles nos causó un verdadero impacto la muerte del ex presidente de la Nación, Néstor Kirchner y la tremenda repercusión que tuvo su repentino deceso.
La conmoción e inconmensurable manifestación de duelo popular se evidenció en las incesantes muestras de agradecimiento al hombre que cambió definitivamente el rumbo de la Nación a partir de 2003 y de apoyo a su esposa y mandataria, Cristina Fernández.
Más allá de los miles de personas que de forma espontánea dieron el último adiós al líder del Partido Justicialista, llamó la atención a propios y foráneos la mayoritaria participación de jóvenes y adolescentes en las sentidas expresiones de dolor popular.
Semejante protagonismo puede ser interpretado como señal de un evidente cambio de actitud, gracias al cual parece haber quedado atrás el “que se vayan todos” (en relación con los políticos) que en 2001 estremecía a un país colapsado y en ruinas.
Argentina, ahora, se asoma a una nueva etapa signada por la larga sombra del ex presidente, un hombre con condiciones para contener la compleja y turbulenta realidad del peronismo, cuyas pugnas internas en épocas pasadas sumieron al país en gravísimas crisis institucionales.
¿Por qué no decirlo? Kirchner logró, después de un turbulento período de incertidumbre política y económica, llevar al país a la estabilidad y el crecimiento. Todo esto dentro de un marco de políticas nacionalistas, antineoliberales y lo más importante aún, con inclusión y redistribución de la riqueza, respetando el régimen democrático. Durante su Presidencia, Argentina creció un 8% anual; aumentaron el salario y las pensiones mínimas, además de bajar el desempleo y la pobreza. Además, reformó la Corte Suprema de Justicia y las Fuerzas Armadas y defendió los derechos humanos.
Su política económica, apoyada en el espectacular crecimiento de la demanda internacional de productos básicos, permitió poner fin a un largo ciclo recesivo y al cese de pagos más grave y prolongado de la historia de Argentina, al reasumirse las negociaciones sobre la deuda. Canjeó buena parte de la deuda soberana y canceló los préstamos con el Fondo Monetario Internacional, con la ayuda de Venezuela.
Con su muerte, el reto de Cristina es demostrar que no se cierra su ciclo ni se pone en duda la estabilidad del Gobierno. Esto es importante, porque siempre se dijo que ella vivía y gobernaba a la sombra de su marido y especialmente esos eran los reclamos de la oposición.
Y como nuestro espacio es simplemente fútbol, no podemos dejar de mencionar y destacar la participación que tuvo Kirchner cuando el Gobierno de su esposa decidió cortar diez años de monopolio que tenía un canal de televisión privado para que los argentinos pudieran ver los partidos de acuerdo a cómo se le antojara a esa empresa.
Ahora, el fútbol es realmente para todos, desde las dos de la tarde y hasta las diez de la noche.
Esto es apenas un ejemplo entre otros tantos, y tal vez más importantes por cierto, que llevó al ex presidente a pensar en la gente, en el pueblo.
La conmoción e inconmensurable manifestación de duelo popular de la semana pasada, fue una respuesta transformada en agradecimiento.
SEMILLERO