Organizado por los alumnos y docentes del Profesorado en Educación Especial que se dicta en el Nivel Superior de la Escuela Normal Víctor Mercante, organizaron una jornada de trabajo y reflexión dedicada al tema “La integración laboral de las personas con discapacidad”.
Para otorgarle amplitud al espacio reflexivo, los impulsores de la actividad decidieron convocar a representantes de distintas instituciones educativas especiales.
Vale remarcar que aceptaron gustosos el convite, la Escuela Especial del Rosario, Escuela Especial Nº 20, Pablo Sexto de Villa Nueva y su anexo al Instituto Municipal de Discapacitados Auditivos.
Como positivo se destaca la conclusión de los referentes de cada entidad que coincidieron en que se han logrado muchos avances, se han generado nuevas propuestas y que en general la comunidad está mucho más abierta a la hora de recibir o aceptar a jóvenes para pasantías laborales.
La misma actitud generalizada se detecta al momento en que empleadores se deciden por sumar a sus planteles laborales a personas con algún tipo de discapacidad (en este caso mental).

Intercambios productivos

“Dentro del espacio curricular Formación Laboral adultos y tercera edad que cursan los alumnos en el último año de la carrera siempre discutimos y analizamos con los estudiantes cómo es la transición hacia la vida adulta de los jóvenes con discapacidad, pensando en este caso cómo es la integración laboral, comunitaria y social una vez que egresan de su escolaridad”, expresó la docente de la ENVM, Marcela Petrucci.
“Por lo general tenemos una imagen de los jóvenes con capacidades diferentes como sujetos asistidos, subsidiados y rara vez lo podemos pensar como alguien productivo y que puede estar inserto en algún espacio comunitario laboral de forma independiente o protegido”, agregó la consultada por este medio.
“Dentro de la ciudad de Villa María se han abierto otros espacios en los que los jóvenes pueden desarrollarse. Aunque falta mucho todavía esto ya es muy auspicioso para el sector”, indicó.
Entre los aspectos críticos que todavía subsisten está presente el monitoreo de los egresados de cada institución por parte de otras entidades públicas que existen por fuera del ámbito escolar.
“Se están generando lugares que atienden las problemáticas, pero nunca es suficiente”, consideró la profesional.
“Estamos ideando para próximas oportunidades acercarnos a instituciones de la ciudad (ONGs, cámaras empresariales, asociaciones de comerciantes) para consultarles cómo ven ellos la integración de los jóvenes.”
Vale recordar que la Asociación de Empresarios de la Región Centro Argentino está trabajando con la comisión de Incapacidad e Inserción Laboral, la Secretaría de Empleo de la Municipalidad, la Universidad Nacional de Villa María - (UNVM), la delegación local de la Confederación General del Trabajo y el Consejo de Ciencias Económicas en la integración de jóvenes y adultos en el ámbito laboral.
En virtud de tal meta, semanas atrás, referentes de las distintas instituciones firmaron un convenio y pusieron en marcha un programa que tiene la finalidad de promover la inserción de estas personas en el mercado laboral.
Cabe remarcar que el programa contempla beneficios para el sector empresario: reintegros del salario del trabajador con discapacidad y beneficios impositivos.

Grandes pasos

“Lo que se está haciendo son grandes pasos hacia el objetivo. A veces queda la integración en manos de la buena voluntad del comerciante conocido o amigo que por una cuestión de afinidad abre las puertas de su empresa a la actividad”, opinó Petrucci.
“La idea es que se tome a los jóvenes, se los ponga a prueba y se evalúen sus capacidades. En este sentido, la escuela tiene un rol importante armando un perfil ocupacional, pensando cuál sería el mejor espacio para que este joven se desempeñe de la mejor manera posible”, acotó.
También en la escuela los futuros trabajadores deberían no sólo adquirir habilidades para tal o cual trabajo específico, sino también orientación en la cultura laboral.
“Muchas experiencias de integración fracasaron porque los chicos llegaban tarde o no respondían a pautas de trabajo en equipo, presencia personal y otras”, añadió.
“Más allá de formar a jóvenes para ser panaderos, lavanderos o electricistas, el objetivo es que vivencien el mundo del trabajo y cómo también eso genera una mayor integración social y comunitaria”, señaló la especialista.
“Los convenios también ayudan a que se dé un marco de formalidad, donde hay una institución que va avalando la iniciativa y abriendo puertas”, redondeó para concluir.
Cabe señalar que muchos de los que ya han participado en los programas de inserción han logrado, después de la etapa como pasante, quedar como efectivos en las empresas que les dieron lugar.
Una actitud que marca una tendencia importante y esperanzadora.