Los cambios climáticos, la intensificación de los sistemas lecheros, las altas temperaturas registradas en los últimos veranos y sus consecuencias que impactan directamente en litros de leche por día y en la productividad, han llevado a los especialistas en alimentación y nutrición a dedicar especial atención e interés al estrés calórico al que están expuestos los animales, aun en los sistemas pastoriles, buscando formas y normas para contrarrestar los efectos producidos.
Más de 200 productores y técnicos se reunieron el jueves último en el salón Monet, Villa Nueva, convocados por este tema, en una jornada de capacitación organizada por Biotay.
Un rompecabezas de una vaca estresada, mostraba en el logo a la convocatoria, cómo cada parte del animal es importante e influyente en la producción y debe ser tenido en cuenta. Así, cada uno de los disertantes tomó una parte del rompecabezas, destacando por qué es vital el buen estado general y en particular desde el rumen, cuando la comida comienza a transformarse en leche; desde las patas, porque en las vacas lecheras se altera la fisiología del pie bovino con el estrés calórico; desde la glándula mamaria, porque si bien las mastitis ambientales son un problema todo el año, se agravan en verano, desde el útero, para tener como herramienta el manejo reproductivo en tambos competitivos; desde el agua, por su alto impacto nutricional, y como muestras comparativas de lo que somos como país productor, que debemos valorar y sostener. Además, que debemos y podemos cambiar, desde México, con Manejo Nutricional estratégico en diferentes climas; desde España con el empleo de grasas de sobrepaso en situaciones de estrés calórico; y desde Uruguay, destacando la importancia de sistemas integrados y equipos de trabajo para acumular experiencias en producción lechera, ya que todos los profesionales disertantes señalaron, que mucho puede hacerse desde la ciencia y la técnica, pero el 60% de los resultados, depende de la actitud del productor.

El agua

El ingeniero Francisco Walker, especialista en nutrición, destacó la importancia del agua, "no siempre bien tenida en cuenta en los establecimientos productivos de leche", y aseveró que la misma "repercute en toda actividad relacionada con agroalimentos".
"Agua, el nutriente olvidado", tituló el profesional. "Siempre se incluye en la alimentación de un rodeo proteína, energía, fibras, hidratos de carbono, etc., y se olvida incluir el agua, por no tener conciencia de todo lo que aporta y significa en un proceso nutricional".
Marcó al vital elemento como "recurso limitante e indispensable para la actividad agropecuaria", y dijo que "las aguas dependen, de los tipos de suelos, período de contacto que mantengan con los suelos, de los caudales, y cada una de ellas tiene distintas características. Existen diferencias en la calidad, tanto en sequía como en etapas de lluvias, en napas freáticas o cursos superficiales o subterráneos".
"La calidad físico química de las aguas que damos a los animales debe evaluarse en un laboratorio, porque es el principal componente del cuerpo animal, y de la leche, cada día una vaca lechera come entre el 3 y 5 % de su peso, pero bebe hasta 130 litros de agua", sostuvo Walker.
Añadió que "esto convierte al agua en un alimento vital, imprescindible en los procesos metabólicos, que además contiene sales y macro y micro minerales, por eso la producción animal decrece con la disminución de la calidad del agua".

Función nutricional

"Actúa como solvente, ya que ablanda y fermenta los alimentos, produce saliva y licor ruminal. Es transportador, ya que ayuda a la asimilación de nutrientes", subrayó.
En tanto, señaló que "entre las fuentes de agua, una importante es la ligada (contenida en los alimentos), el agua metabólica, que actúa en el proceso de asimilación de nutrientes y el agua libre, que es la que bebe el animal para saciar su sed".
"Todas las categorías de animales deben evaluarse con respecto al agua que se les suministra, los de pre parto, en la estaca, la recría y muy especialmente las lecheras, ya que una inadecuada calidad de agua (ni buena ni mala, sólo inadecuada) puede deprimir sustancialmente la producción diaria de leche, evitar la buena conversión del forraje, afectar a la salud animal y ocasionar pérdidas inadvertidas mezcladas con otras interferencias productivas, y así ocasionar significativas pérdidas en los ingresos de la producción", advirtió.
Respecto al consumo de agua en situación de estrés calórico, dijo que "la vaca debe consumir entre el 8 al 15 % de su peso, y depende de la humedad del forraje, de la calidad de los ensilados, consumo de sales y minerales, la edad, el estado de cada animal".
"En caso de estrés, pueden darse distintas situaciones, pero es indispensable la sombra, no sólo para el animal, sino para los alimentos, porque comer al rayo del sol es de pésimo resultado de conversión y de conservación de la salud del animal; cuando una vaca está jadeante, es necesario equilibrar la temperatura de la misma, brindarle confort y frescura, que si bien debe estar instaurado en el sistema, hay casos en que debe realizarse de manera individual", abonó el profesional.
Para Walker, "el agua además aporta nutrientes y minerales que deben evaluarse y conocerse para ajustar las dietas en un balance equilibrado con lo que los animales incorporan con las aguas que consumen, para que nivelen la necesidad de macro y micro minerales, que poseen acciones específicas irremplazables en el metabolismo, ya que unos forman parte de las estructuras tisulares y los otros ayudan a la digestión".
"Es indispensable analizar las aguas de los bebederos, que es allí donde ingiere la vaca, para evaluar las variables tanto si están por encima o por debajo de la calidad requerida por el rodeo", sentenció.

Impacto

"En la producción buscando rentabilidad, es indispensable saber cuánto consume de minerales la vaca con el agua para que no se produzcan alteraciones en el metabolismo y que influya negativamente en la producción."
"A veces tenemos respuestas productivas no esperadas e inexplicables, porque debemos realizar una correlación de la dieta, el tipo de suelo, el agua de los bebederos y el aporte de minerales, que son factores limitantes para los procesos metabólicos ya que los excesos, por ejemplo de calcio y sulfato, entre otros, producen disturbios digestivos, de sodio y magnesio, efectos laxantes que harán perder agua en el bosteo más blando; el exceso de sal puede producir saturación, y el magnesio y azufre, dar mal sabor y limitar el consumo".
"Darle al agua la real importancia que tiene, evitará perdidas de eficiencia productiva y por ende pérdidas económicas, por lo que análisis de agua al menos dos veces al año, antes de las lluvias y 40 a 50 días posteriores al verano, es una recomendación muy importante, ya que hay que pensar en producir con eficiencia, preservando el bienestar animal y el medioambiente, recordando que ambas cosas tienen que ver con la producción final, que es alimento", redondeó.