Fue la gran fiesta. Ese esperado brindis por haber logrado, después de muchos años, disfrutar de su día libremente, sin la presión del trabajo cotidiano. Sin el reparto. Sin titulares de primera plana.
Y fue en domingo, el tradicional día de reunión de la familia.
La celebración de los canillitas conjugó varios factores y los trabajadores compartieron una jornada que empezó a la hora del almuerzo y culminó a la noche.
Relajados, vivieron cada momento de su día, saborearon el festejo anhelado.
Sin prisa, se reunieron en torno a las mesas servidas con un variado menú.
Familiares, amigos, representantes de medios, entre ellos EL DIARIO, dijeron presente en el predio ubicado a la vera de la ruta 9.
El viento, no logró impedir las ganas de hacer un picadito en el parque, arrimar el bochín o meter un buen bochazo.
La pelota y las bochas remplazaron, ayer, a los diarios y revistas. Se convirtieron, por unos minutos, en buenas compañeras domingueras.
En el salón, con capacidad para unas cien personas, se desarrolló gran parte del acontecimiento.
Empanadas, pollo, ensaladas, postre. Entre vinos y gaseosas las anécdotas, las risas y los esperados sorteos.
Regalos de diversos tipos llegaron a mano de los canillitas, entregados por distribuidores y medios.
Y así, se fueron sacando números y sucediendo ganadores.
Las bicicletas de EL DIARIO, electrodomésticos y otros, se contaron entre los premios.
Show en vivo, homenajes a trabajadores de larga trayectoria y reconocimientos a los medios completaron el programa de una fiesta que ya es parte del álbum del Bicentenario de los vendedores de diarios.
Poco importaba que algunos editores desconocieran su día y pusieran el producto en la calle. Nada opacó la fiesta.
Nada les impidió celebrar el descanso y agradecer a los que lo hicieron posible adhiriendo al feriado, acompañándolos y brindando por ellos.