Escribe:
Pedro Martínez Pírez (*)
Mientras el pueblo, las organizaciones sociales y el Gobierno cubano tratan de curar las profundas heridas dejadas a lo largo y ancho de nuestro archipiélago caribeño por los huracanes Gústav e Ike, y reciben el apoyo sin condiciones de naciones de América, Europa, Africa y Asia, el Gobierno de Estados Unidos busca que madure la codiciada fruta.
Washington, cuya política de bloqueo y agresiones durante casi medio siglo han ocasionado a Cuba la pérdida de miles de vidas, sufrimientos y más de doscientos mil millones de dólares en daños materiales, sabe que ahora, luego del paso arrollador de los dos ciclones, el país ha sufrido gravísimos quebrantos en toda su infraestructura y las pérdidas materiales sobrepasan ampliamente los cinco mil millones de dólares y enfrenta enormes desafíos.
Un informe oficial preliminar indica que fueron afectadas casi medio millón de viviendas y totalmente destruidas más de 63 mil casas modestas, donde residían más de 200 mil personas que ahora están albergadas en escuelas u otros centros.
Grande es asimismo la afectación en la infraestructura eléctrica, la telefonía, la radio y la televisión. Significativas las pérdidas en la agricultura, con impactos en el azúcar, el tabaco, el café, los plátanos y otros cultivos, así como en la avicultura y las plantaciones forestales. Los vientos y las lluvias golpearon prácticamente a toda la isla grande, desde el Oriente hasta el Occidente, y arrasaron a la más pequeña isla de la Juventud, situada 90 kilómetros al sur de La Habana.
Nada escapó a la furia de los huracanes: fábricas, escuelas, guarderías infantiles, centros de salud, panaderías, hogares de ancianos, farmacias, instalaciones deportivas y culturales. Se perdieron años de esfuerzos y de trabajo, y también perecieron siete personas en distintas provincias cubanas, a pesar del extraordinario trabajo realizado por Defensa Civil, que protegió a más de tres millones de personas en sólo unos días.
El sistema social existente en Cuba ha hecho posible que este dramático golpe de la naturaleza no se convierta en tragedia nacional y hambruna generalizada. Y que inmediatamente el pueblo, sus organizaciones sociales y políticas y el Gobierno, se movilizaran para recuperar al país, con el apoyo y la solidaridad que ha llegado de naciones pequeñas como Timor Leste, países fuertes como China, Rusia, España, Vietnam, y naciones hermanas de América Latina encabezadas por Venezuela, con la participación también del Programa Mundial de Alimentos de la ONU y la Cruz Roja Internacional.
La única excepción: Estados Unidos. La potencia que desplazó a España en su dominación sobre Cuba y que ahora se frota las manos con la ilusión de un colapso de la Revolución y que, haciendo gala de su proverbial fariseísmo, pretende engañar al pueblo norteamericano y confundir a la opinión pública internacional, mediante ofrecimientos de ayudas condicionadas que resultan inaceptables para una nación bloqueada y agredida, pero que no ha puesto en venta su dignidad y lucha hasta vencer.
(*) Periodista de Radio Habana, Cuba
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