A nuestra Redacción arriban frecuentemente cartas, partes y escritos de los más disímiles.
En este caso, se trata de un pedido más que especial. Roque Adán Farías, autodefinido como un admirador de la poesía, trajo algunas de sus obras cuyas temáticas orbitan entre la familia, el río y su querida Villa Nueva.
Su impulso hacia la faceta artística había sido más que bienvenida entre su círculo de afectos hasta que una “mala pasada” le hizo perder la vista. A continuación y a modo de aliento para que continúe con su pasión a pesar de las adversidades, publicaremos una de sus piezas literarias.
A Villa Nueva
Al despertar la mañana / volví de nuevo a mi barrio / y lo encontré dormitando, / sólo se oía el rumor / de las hojas que el otoño / rodaban en sus veredas, / de sus silenciosas calles. / Pasé frente a su iglesia / donde recé siendo niño / y tropeles de recuerdos / se agolparon al instante / las tardes del Catecismo, / la Comunión, la Novena, / y en un banco, muy devota / la figura de mi madre / cubierta con su mantilla, / sus manos entrelazadas / en un rosario muy negro / con un crucifijo blanco.
Allí bauticé a mis hijos, / por allí pasó mi padre / una mañana de octubre / allá por el treinta y tanto, / por allí pasó mi madre / el día que el creador / sus mansos ojos cerrara, / para habitar otros cielos / de donde me está mirando. / Luego recorrí el Tercero / con su sauzal despeinado / caminé por su glorieta, / por el estanque, su parque, / en un eucaliptus umbroso / el gemir de una torcaza.
Volví una mañana tibia / y pasé frente a la escuela / donde viví tantos años, / la encontré muy silenciosa, / ningún rumor en sus aulas / ningún tropel en sus patios, / sola otra vez la campana / en lo alto de la escuela, / se pasa la noche en vela / esperando la mañana. / Salí luego a ver sus quintas / con su verdor permanente, / sus cercos de tamarindo / y sus altas alamedas; / busqué los algarrobales / que trepaba desde niño / los talas, las granadillas / y las uvitas del campo, / todo ha desaparecido / y a todo lo llevó el tiempo / y el vendaval de los años. / Anduve por la calle honda / buscando el viejo zanjón / sólo queda en un rincón de aquel / solar tan querido / algunos algarrobales / desgajados por los vientos / y por entre del ramaje / se desplumaba un hornero. / Mi Villa Nueva querida / te evoco con sentimiento / y por más que pase el tiempo. / no he de borrar de mi mente / tus rincones tan queridos, / mis amigos de la infancia, / tus casonas desteñidas / aún las llevo presente / por los momentos vividos.
Otras notas de la seccion Culturales
Analía Rosso mostrará sus cuadros en el Favio
Inscriben en escuela de modelos
Un humor sin red
"Hago bailar cuarteto a americanos y extranjeros en mis clases de Nueva York"
El PEUAM obtuvo un premio en Ausonia
|