Un preocupante episodio de exceso policial fue denunciado ayer ante las autoridades judiciales de la ciudad por la madre de un chico de 13 años, quien en horas de la madrugada del sábado fue baleado en una pierna por personal del Comando de Acción Preventiva (CAP).
Carmen Isabel Sánchez se presentó en Tribunales para entregar una nota de tres carillas al fiscal de la Cámara del Crimen, Francisco Márquez, a los efectos de que eleve la denuncia al fiscal General de la provincia, Darío Vezzaro.
En el escrito, la mamá de Franco R. hizo referencia al alevoso proceder de dos efectivos del CAP y mencionó a una oficial llamada Natalia Fernández como la persona que golpeó reiteradamente al menor en el rostro luego de ser detenido.
Sánchez concurrió al Palacio de Justicia acompañada por integrantes de la comisión de Vecinos Autoconvocados Contra los Abusos Policiales (VACAP), a quienes acudió poco después del grave incidente para obtener asesoramiento sobre los pasos legales a seguir.
La indignada mujer sostuvo que formulaba la denuncia ante el fiscal Márquez ya que no confiaba en los tres fiscales de Instrucción con que cuenta la sede tribunalicia, habida cuenta que en poco más de dos años que lleva funcionando la VACAP, ninguno de los funcionarios aludidos imputó a alguno de los muchos efectivos policiales que fueron denunciados, pese a los innumerables abusos cometidos.
En el escrito, al que EL DIARIO tuvo acceso, Carmen Sánchez precisó que el cruento episodio se registró alrededor de las 5.20 de la madrugada del sábado, cuando su hijo circulaba en moto con otra persona mayor.
La denunciante sostuvo que Franco fue perseguido por personal policial por diferentes calles de Villa María, y que dicha persecución terminó cuando el menos sintió que una perdigonada de balas de goma impacto en su pierna izquierda, lo que ante el intenso dolor lo hizo caer del rodado.
Sánchez añadió que, tras ser detenido, el personal del CAP levantó a su hijo violentamente del suelo, y una vez dentro del móvil “la oficial Natalia Fernández le pegó en la cara con intimidación y varias veces”, increpándolo que lo que le había pasado era “porque se había caído de la moto”.
La madre de chico sostuvo que, luego de ese episodio, “lo pasearon por distintos lugares” de la ciudad, mientras buscaban al otro ocupante de la moto. Como no pudieron localizarlo, los efectivos se dirigieron a la Comisaría de Distrito.
Antes de arribar a la sede policial, ambos uniformados revisaron la herida que presentaba Franco. Fue entonces cuando el compañero de la oficial Fernández extrajo un balín de goma y constató que la pierna y el pantalón estaban ensangrentados y con agujeros, obviamente producto de la perdigonada y no de raspones ocasionados por la caída, como se pretendió justificar.
En la sede de calle General Paz fue revisado por una médica policial, quien obtuvo fotografías con un teléfono celular y luego lo derivó al Hospital Pasteur, donde la doctora Silvina Giner constató el estado del menor y contabilizó 11 impactos de balas de goma en el muslo y la pantorrilla de la pierna izquierda, además de un rebote en la planta del pie.
A primera hora de la mañana, Carmen Sánchez llegó a la Comisaría, avisada de lo sucedido por amigos de su hijo. Allí, “el oficial Dagatti (a cargo de Minoridad) y el sargento Duarte le informaron que la jueza Cecilia Fernández de Ferrero estaba haciendo los papeles” para entregarle a Franco.
“Tales dichos resultaron falsos -se añade en la denuncia-, ya que a las 9 de la mañana sonó el celular de Sánchez, y desde el Hospital le avisaron que podía ir a buscar a su hijo”. La mujer no entendía qué estaba sucediendo, habida cuenta que los oficiales le habían dicho que el menor estaba en la Comisaría.
La mamá del chico fue hasta el nosocomio de calle Mendoza y allí pudo constatar que la pierna izquierda “estaba totalmente ensangrentada, llena de impactos (de bala) y el pantalón con orificios y manchado con sangre”.
Carmen y Franco regresaron a su domicilio, sito en Teniente Ibáñez 666, en barrio Roque Sáenz Peña, alrededor de las 10 de la mañana, “con un sentimiento de inseguridad, no sólo por la vida de este hijo, sino por la persecución que sufren sus otros dos hijos porque no dan el perfil que determina la inocencia, según lo que expresan las fuerzas del orden”.
Finalmente, y entre otras expresiones, la afligida mujer señala que “desde los 11 años, Franco ha sido llevado permanentemente (por la Policía) por ‘merodeo’ ante la aplicación de un Código de Faltas que, a la vista del Derecho, falta a ese derecho con detenciones ilegales”.