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Foto que publicó La Voz del Interior tras el acto de Río Tercero. En el círculo, Sciretta |
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Pedro Sciretta, un villamariense que cultivaba el bajo perfil, pero encumbrado en lo más alto del poder sindical de la Argentina dada su cercanía al líder de la Confederación General del Trabajo, Hugo Moyano, falleció ayer en su domicilio de la ciudad de Córdoba.
Sciretta fue desde muy joven chofer de Transportes Gili de esta ciudad, como su padre, quien vive en Villa María junto a otro de sus hijos, propietario de una conocida cerrajería de la calle Catamarca, a metros de bulevar España. El infortunado dirigente había sufrido a los 21 años un accidente que prácticamente le paralizó una de sus piernas y a partir de allí abrazó la causa sindical. “El gremio de Camioneros no existía en Córdoba y fue él quien lo organizó”, recordó ayer el titular de la CGT local, Eduardo Belloccio, ante la consulta de EL DIARIO, al tiempo que lamentó el deceso en nombre del conjunto de los trabajadores.
Su adjunto en el orden provincial es el también villamariense Enrique Barraud, quien además está a cargo de la delegación del gremio y la obra social en esta ciudad.
El sindicalista fallecido había estado en esta ciudad en horas del mediodía supervisando el Sanatorio de la Familia, un gran nosocomio que se levanta en toda una manzana del barrio Belgrano, a la vera de la ruta 9.
Meses atrás recorría otro centro asistencial de similares dimensiones en Río Tercero, en esa ocasión acompañando a Moyano, quien aseguraba entonces que en estos meses “quedarán inauguradas en el país 12 nuevas clínicas del sindicato y más de 30 consultorios externos, con una inversión que arrancó en 1983 y asciende a los 250 millones de dólares”. Tales afirmaciones revelan el real poderío del sindicato y de su cúpula, en la que se hallaba Sciretta.
Las fuentes consultadas por este matutino informaron que una vez de regreso de Villa María, el gremialista se dirigió a una clínica de la capital provincial “porque no se sentía bien”.
Allí recibió los cuidados que le hicieron estar mejor, por lo que fue dado de alta y se dirigió a su hogar. Poco después, dejaría de existir.
La noticia sobre el fallecimiento ingresó como una tromba en las filas del Sindicato de Choferes y Ayudantes de Córdoba, tal el nombre completo de la organización. Y también golpeó fuerte en ésta, su ciudad natal, donde residen familiares. Algunos funcionarios municipales que lo acompañaron en su recorrida de ayer para completar cuestiones referidas a permisos y habilitaciones, no salían de su asombro. Uno de ellos recordó que el conocido Parador del Camionero “también fue obra suya”.
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