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Internos, autoridades y directivos del Patronato, en una de las habitaciones remodeladas. En la otra foto, dos de los internos apurando las últimas tareas para que la obra pueda ser inaugurada cuanto antes |
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Una pinturita; así han quedado las remozadas instalaciones del Patronato de la Infancia, allí en la calle Mendoza al 1300 de Villa María. Rebocadas, pintadas, azulejadas, completamente restauradas, al igual que gran parte del mobiliario y las aberturas.
Sin embargo, esta es sólo la punta del iceberg, porque lo más importante de esta obra quedará bajo la superficie y pocos la habrán visto, pocos la recordarán y una vez más, lo esencial será invisible a los ojos. Y es que esta obra contiene otra mayor, más profunda, más humana, que merece ser resaltada porque fue producto del trabajo y la confianza de muchos actores: la Justicia local y provincial, la comisión Directiva del Patronato de la Infancia, la Dirección del Establecimiento Penitenciario Nº 5 del barrio Belgrano de esta ciudad y ocho internos de esa cárcel, quienes pusieron manos a la obra para hacerlo posible.
De temores y confianza
Cuentan los protagonistas que todo empezó por una conocida, que le dijo a otra, que se acordó de.. y así nació la propuesta que, en rigor de verdad, contó con el resquemor de varias personas que no creían que fuera posible.
¿Presos trabajando fuera del penal, y entre niñas y jovencitas?
Dudas y prejuicios.
Pero Estela Grognoletti, directora de la cárcel, elaboró el proyecto, que contó con el aval de la Justicia local y provincial, con el beneplácito de la comisión del Patronato y con la disposición de los internos, que fueron tutelados por personal del Servicio Penitenciario.
Y el proyecto se aprobó.
La confianza vencía a los temores.
Así, el 20 de mayo de este año y bajo la dirección del ayudante de segunda Miguel Yudica, los internos Carlos Vega Luján; Oscar Benavidez; Alfredo Enrique Aquiles; Ramón Alfredo Quinteros; Clemente Benjamín Juárez; Luis David Villagra y Juan José Paviolo comenzaron a trabajar para remodelar el viejo edificio.
Ayer, se daban las últimas pinceladas.
Mejor, entre todos
La obra terminada es, entonces, un modelo de trabajo en equipo y de confianza en el prójimo.
“Lo más importante de destacar aquí es la relación entre las instituciones y el trabajo de los internos. Y cómo, a través de esta tarea, ellos se han dignificado y han devuelto algo a la sociedad”, dijo Grognoletti.
“Sí, los muchachos, buenísimos, respetuosos y muy trabajadores. Estamos muy agradecidas. Se han portado más que bien con las chicas”, coincidieron en señalar, Evi Celada de Torre y Graciela Di Paolo de Raimondi, presidenta y tesorera, respectivamente, de la comisión Directiva del Patronato, quienes aprovecharon la oportunidad, además, para agradecer a los empresarios que donaron los materiales necesarios para llevar adelante los trabajos de albañilería y pintura de este edificio que ya tiene 105 años.
Por su parte, Yudica manifestó que “fue una experiencia muy interesante. Y debo decir que dos de los ocho internos que comenzaron a trabajar, hoy ya no están porque recuperaron la libertad”.
“Ha sido muy bueno para nosotros venir a trabajar a este lugar”, dijeron los internos.
En la víspera, visitaron la marca de la obra, que está llegando a su fin, la jueza de Control Edith Lezama de Pereyra, quién remplaza al juez de Ejecución Arturo Ferreyra y la secretaria del juez, Teresa Pedraza de Arnoletto.
La superficie del edificio es vasta, la tarea fue larga y esforzada, la apuesta fue importante y el resultado, en cada caso, fue exitoso.
Mejor, entre todos... todos.
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