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Olavide, Onnainty y Belloccio en la mesa de presentación |
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La crónica de las secuelas de las grandes guerras del Siglo XX es infinitamente intrincada. Toda ella está jalonada de casi las mismas consecuencias: la hambruna que sobreviene a una guerra y la necesidad de abrirle paso a la vida luego de la pérdida de una generación como saldo inevitable del desastre.
Miles de europeos emigraron hacia la América, dejando atrás su lugar, su cuna, su terruño. Venían hacia lo incierto, guiados sólo por referencias brumosas sobre una tierra rica y generosa que, tal vez un día, los devolvería hacia donde vinieron con la promesa cumplida en sus bolsillos.
Soñaban con esas familias mutiladas que dejaron atrás y se llenaban el pecho de coraje, enfrentado el trabajo que se les ofrecía en estas tierras, con la idea firme de poder enviar ayuda para la recuperación de sociedades heridas, estigmatizadas aún por el empobrecimiento manchado de sangre y desconcierto.
Y así vinieron alemanes, portugueses, italianos del norte y del sur, españoles de Cataluña, Andalucía, Galicia, Vasconia, Castilla, Extremadura y un sinnúmero de colectividades se fueron aglutinando en las distintas regiones de América. Argentina, esa a la que don Carlos Fuentes llama “la de los ancestros en los barcos”, fue corazón generoso y abierto para todos.
Constancia de transculturación
Me tocó ser testigo, una vez más, de un estrechamiento entre personas de una misma procedencia. Esta vez, fue la colectividad vasca , en el acto de presentación del libro "Los vascos en Villa María (historias de vida)". A lo largo de los años, los vascos necesitaron siempre dejar constancia escrita de su transculturación. Editaron revistas, organizaron encuentros nacionales e internacionales y concretaron proyectos de intercambio en educación, cultura y trabajo. Tal vez la necesidad de documentar sobre el papel se deba a ese desborde permanente de la pasión por la tierra de origen o la conciencia plena de la mixtura inevitable que produce la evolución de las generaciones. Ese temor al desdibujamiento los lleva a unirse para compartir y contagiar a sus descendientes de sus tradiciones, costumbres e historia . Y éstos, lejos del temido efecto del desarraigo, se unen con verdadera alegría a recordar la narrativa oral de los avatares que sus padres y abuelos debieron afrontar para conformar familias dignas y sanas, que no dudaron en involucrarse en la historia por momentos azarosa de esta Argentina que los contuvo y los contiene.
El libro fue presentado por Raúl Onnainty, titular del Centro Vasco Euzko Etxea, por el presidente de la Sociedad Argentina de Escritores, Eduardo Belloccio y el actual alcalde vasco don Eugenio Olavide. Este último logró emocionar a todos con la manera simple y sencilla de contar su propia historia de vida, tan emparentada con la de sus congéneres.
Escuchaban atentamente integrantes de casi todas las familias vascas radicadas en Villa María y la región, colaboradores fervorosos con la crónica particular y la reseña histórica de cada grupo familiar, con esta obra importantísima que hoy ve la luz contando con el prolijo trabajo literario de Marcela Pozzi Vieyra y la reseña fotográfica de Juan José Oddino.
Fue un acto conmovedor, matizado por la actuación de los grupos de danza vasca y por el canto profundamente melancólico del coro. "Eskerri asko" (muchas gracias), por el bello momento compartido.
Susana Giraudo
Especial para EL DIARIO
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