Acerca del hermanamiento de las dos ciudades

Bajo esta singular expresión, seguramente se desarrollará el debate (o por lo menos, se debería).
El Debate: he ahí el eje de este y cualquier otro asunto que tenga que ver con la gente.
Desde la lejana Grecia y Roma meritan los debates, señores intendentes. Y cuando digo intendentes, no quiero decir “dueños” de las dos ciudades.
No es cuestión de sentarse uno frente a otro para decir “qué podemos hacer con nuestra gente.”
Quiero recordarles que tendrán, cada uno de ustedes, sus seguidores (y cuando escucho usar este término en política, perdonen, se me aparece la imagen del perro siguiendo al sulky).
Seguidores que asentirán con la cabeza todo lo que ustedes maquinen y propongan en un recinto de dos metros cuadrados. Pero no se olviden que existimos muchos más que tenemos materia gris, que tenemos sangre en las venas, que tenemos sentimientos profundamente arraigados como para que movamos la cabeza en la aceptación de cualquier delirio que se escuche.
¿Cuándo y dónde estuvo ese debate? ¿Cuándo y dónde fuimos consultados los habitantes de cada ciudad?
Y no vengan acá con explicaciones infantiles, en eso de “hermanarnos”.
¿Quieren darle una mano a Villa Nueva los poderosos de la otra orilla?
Primero tienen que reconocer que nacimos de la misma tierra, que nuestros orígenes están en La Posta de Ferreira y que las favorables circunstancias que les dio el suelo más alto, hizo que Villa María creyera que nació de las vías férreas. Allí se instaló la Estación Villa Nueva. Recuerden cada paso de la historia, es decir, hasta ahí éramos hermanas, una de las cuales, aunque mayor, abrazó apasionadamente a la pequeña que nacía... El tranvía fue el primer lazo de afecto que nos unió, pero la verdad se diluyó el día en que Villa María celebró el Bicentenario. Claramente el locutor que narraba los hechos, dijo “Aquí está el tranvía que iba de Villa María a Villa Nueva”. ¡Mentira! Estúpida mentira! ¡Estúpida pero no inocente mentira¡, que ayuda a confundir a las nuevas generaciones, que apoca a los niños de Villa Nueva a los que que les dijimos otra cosa.
Tengo entendido que la Estación del Tranway Olmos o de Villa Nueva estaba aquí, en la calle Marcos Juárez. El testimonio de una vieja fotografía de la familia del arquitecto Pajón existe, como están los documentos del Archivo Histórico de Córdoba en el trabajo de Pablo Granado. ¡Mentirosos!
Pero, ¡qué podemos esperar de esas voces de la verdad histórica tergiversada! Si cuando se inauguró el pavimento de la calle Marcos Juárez no se mencionó el hecho por ignorancia.
Y aquí estuvo también la responsabilidad del Gobierno municipal de Guillermo Cavagnero.
¡Sí, Guillermo! Esto ocurrió porque el acto estuvo dirigido por “Protocolo” (recuerde que no estuvimos los villanovenses que sabemos) dirigido por la señora de Ayassa, a quien estimo, pero no sabía que por esa calle transitó nuestro tranvía… ni conocía al señor Héctor “el Zurdo” Heredia, que parado humildemente cerca de la cinta a cortar, se estremecía de emoción sin ser tenido en cuenta porque él se sabía el nieto de don Aurelio Heredia, mayoral del último tranvía en esta vieja Villa.
¿Así nos quieren hermanar estos dos intendentes, uno desde el sillón de Freytes y el otro desde el de Viñas, que creo ninguno de los dos merece en este tema histórico?
Levanten sus asentaderas, señores intendentes para empezar desde el pasado a hermanarnos, a respetarnos, a ayudarnos a salir de la decadencia que quizás también sea culpa de nosotros mismos, los habitantes de Villa Nueva que no conocemos las pancartas ni las cacerolas para salir a protestar. Y si queremos salir, el prejuicio de los demás nos frena.
Más de una vez yo misma me hubiese puesto en el puente Vélez Sarsfield con una bandera, pero me acuerdo de aquella vez que fui a la primera asamblea después de enviudar, porque antes no me lo permitían (“el socio es el marido”, argumento absurdo, como si yo no fuera la que gasto el agua también) de la Cooperativa de Agua y por poner algunas cosas en su lugar, “un caballero” gritó, al estilo Kunkel, ¡No le hagan caso a esa vieja loca!
Eso es lo que me frena, pero esta vez lo haría cuando las felonías se insinúen en esto de “hermanar las dos ciudades”. Sí, lo haré. ¡Total vieja, ya sé que soy…y loca… me voy a poner loca si vienen a avasallarnos!
Carlota Molina de Moreno