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F1: Una multitud se reúne cada año en una de las fiestas más coloridas del país. F2: Imaginación y colorido en cada traje, en cada comparsa, en cada carroza... Fiesta, fiesta |
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Escribe:
Pepo Garay (Especial para EL DIARIO)
El carnaval del país, le dicen. Y no se equivocan. Hay que estar ahí para ver el movimiento, las luces, los colores y quedar convencido. Entre tantas fiestas que ofrece Argentina alrededor de la misma temática, Gualeguaychú se queda con los máximos honores. Decisión unánime: no hay otro lugar en el territorio nacional donde las celebraciones ofrecidas al Rey Momo se desarrollen de manera más espectacular.
Como todos los años, los sábados de enero y febrero de 2011 quedarán iluminados por los fulgores provenientes del litoral. En esta edición, la función inicial coincide con el primer día del año, por lo que se espera un comienzo a toda orquesta. Después, los festejos irán determinando el pulso de la temporada veraniega.
El lugar escogido es el corsódromo, una pasarela de 500 metros con capacidad para 35 mil espectadores, donde se desarrolla el evento. En las afueras del particular estadio, la ciudad se mantiene tan plácida como de costumbre. Pero adentro, el carnaval explota con extraordinarias carrozas y esculturales cuerpos delirando al son de las melodías. Las tribunas recogen el guante e imitan los movimientos. Todos están contagiados por el ritmo y el desenfreno: grandes, niños, jóvenes y viejos. Hay baile en las populares, en las plateas y en el VIP. La música, pegajosa hasta el absurdo, nunca había sonado tan fuerte.
Ahora, la bola pasa nuevamente del lado de bailarinas y bailarines. Ellos, después del público, son los principales protagonistas. Están repartidos en diferentes comparsas, que durante todo el año trabajan ensayando sus coreografías y elaborando sus extravagantes trajes y carrozas. En esta edición, las comparsas participantes serán “Ará Yeví” (actual campeona), “Kamarr” y la legendaria “Marí Marí”, máxima ganadora del certamen. Cada una representa a un club, y por extensión, a un sector de Gualeguaychú. En el asfalto dejan alma y talento, pero se guardan el enorme honor de participar del carnaval. Detrás, más de un siglo de tradiciones ayuda a explicar ese ardor.
Pero amén de la importancia del carnaval, la cabecera departamental cuenta con una serie de atractivos que bien vale la pena conocer. Su virtud elemental se encuentra sobre el margen del Río Uruguay, donde se establece una preciosa costanera. Pertrechada de bares, hoteles, restaurantes, un casino y demás emprendimientos ideales para el turista, compone un paseo delicioso.
En los límites de la misma, las playas surgen irresistibles. En ese sentido, destacan balnearios como Costa Alegre y Ñandubaysal, entre muchos otros. La mayoría cuenta con campings, confiterías y una serie de servicios dispuestos especialmente para la temporada veraniega. Allí, turistas provenientes de todo el país disfrutan las bondades paisajísticas y climáticas de la ciudad. Para cuando el sol ya realizó su cometido, la tercera ciudad de Entre Ríos ofrece algunos espacios para el paseo. El parque Unzúe (del otro lado del río), los alrededores de la bella Catedral San José y la peatonal del centro, se presentan como algunos de los sitios a disfrutar.
Durante la época del carnaval, los alojamientos revientan, sobre todo en lo que refiere a campings. La lógica es sencilla: en el invierno, Gualeguaychú duerme una siesta extensa. Pero cuando los calores comienzan a picarle el lomo, se despierta decidida a festejarlo como se merece. El visitante responde feliz al convite. La combinación viene dando sus frutos.
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