Escribe:
Héctor Cavagliato (*)

Transcurría la siesta del domingo (por ayer) cuando un aparato poco común rompía el silencio del sector comprendido por las manzanas de Sabattini, Jujuy, Rucci, La Rioja, Estados Unidos y Salta. Era un cuatriciclo en miniatura de no más de 70 centímetros de largo, con motor, tripulado por una persona de unos 28 años, de sexo masculino y manejado a cuatro manos con un niño que no sobrepasaría los 3 años, un “taruguito” de apenas un metro de alto.
Ambos, obviamente, sin casco y haciendo gala de una temeridad digna de mejor objetivo como el de poner en riesgo las propias vidas y la de los demás, tomaban las curvas a toda velocidad, digamos a unos 50 kilómetros por hora, lo que de por sí es una barbaridad.
Este periodista, colaborador de EL DIARIO, cámara en mano, persiguió al pequeño vehículo sin poder darle alcance, pero el zoom permitió tomarle dos fotos: una, en plena recta (la que ilustra la presente nota) y, la otra, girando al mejor estilo Schumacher (en Salta y Sabattini).
Lo lógico era comunicar al CAP de la Departamental policial a lo que respondieron: “En seguida vamos para allá”. Transcurrieron 30 minutos y no apareció nadie. Probablemente la sobremesa sería más urgente.
Cuando pasó el tiempo y el imprudente conductor guardó el vehículo en calle Rucci a la altura del 500 y pico, sin que ningún móvil del CAP apareciera, este periodista informó al 101 que no se molestaran en ir, que ya no era necesario porque la acción había concluido, al menos por esa tarde (la de ayer).
Cuando averiguamos ante la jerarquía superior de la Departamental cuál había sido “la bola” que le dieron a la colaboración informativa se obtuvo como respuesta que le habían transferido la inquietud a Tránsito Municipal desde donde les habrían dicho: “Bueno, tenemos gente cerca por allí. En seguida vamos”.
Todavía se los está esperando a unos y a otros. Tal vez también estuvieran de sobremesa. Así, si cada uno actúa según su comodidad y discutible criterio de lo que debe ser prioritario, seguramente nunca se podrá ordenar el “kilombétrico” tránsito villamariense. En vano será pedirle a la gente que contribuya a ello y será cada vez más inútil tener personal y vehículos que, pareciera, sólo sirven para pasear.
La seguridad ciudadana, bien, gracias.
(*) Periodista, colaborador de EL DIARIO