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“No sólo debemos tener formación académica sobre nuestras especialidades, sino también atenernos a cumplir con las normas de la buena praxis”, indicó Baigorrí |
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Es muy difícil entender como médico que al atender un paciente debamos escribir todo y minuciosamente, ya que por encima de que nos ayuda como antecedente con referencia a las patologías que padece quien nos consulta, nos sirve para resguardarnos sobre posibles problemas médico-legales que se pueden desarrollar a partir de que alquien no se haya sentido bien atendido o contenido por nuestro accionar. Y no faltan las circunstancias de que se crea que el médico es un casi dios y lo debe curar todo, sin entender de nosotros sólo podemos garantizar los medios a nuestro alcance para mitigar alguna enfermedad, pero bajo ningún concepto podemos garantizar resultado alguno.
"Es una operación simple, son quince minutos, no le va a doler, se recupera rapidísimo", y tantas otras frases que luego son usadas en nuestra contra por no manifestar que debería ser simple, que no le debería doler, que debería recuperarse rápido y de esa forma hacerle entender al paciente que cada organismo reacciona de una manera determinada, y que generalmente debería pasar eso. Pero que existen las excepciones, y que cuando se presentan no es por nuestra culpa.
En estos últimos tiempos se ha podido detectar que muchos colegas no entregan el consentimiento informado, que es, para dar un ejemplo, algo similar al prospecto de los medicamentos, que si lo leyéramos detenidamente, no tomaríamos remedio alguno. Pues bien, en el consentimiento el paciente se informa de lo bueno y de lo malo que puede padecer al enfrentarse a un acto médico. Lo debe leer en su casa y para que tenga valor legar, debe ser devuelto con una semana de anticipación al acto médico, salvo casos de urgencia. Así nadie podría alegar que no se le informó convenientemente sobre la práctica que se le iba a realizar y se estaría mejorando enormemente la relación médico-paciente, algo fundamental para que en la confianza mutua se cree un vínculo que permita transitar un problema sin generar otro problema, fundamentalmente para los médicos.
No sólo debemos tener formación académica sobre nuestras especialidades, sino también atenernos a cumplir con las normas de la buena praxis, para de esa forma enfrentar esta nueva industria que nos crea cada vez más preocupación y a la que no debemos descuidar ni por un momento ni bajo ninguna circunstancia.
Dr. Raúl Eloy Baigorrí
Centro Privado de Oftalmología
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