Los abuelos del Centro de Jubilados y Pensionados de Etruria sufrieron ayer la desagradable sorpresa de haber sido denunciados por un vecino por supuestos ruidos y olores molestos que provocan sus instalaciones.
Desde la Municipalidad fueron convocados los integrantes de la Comisión Directiva de esta entidad para ser notificados del reclamo de un abogado, Jorge Robin, quien reside al lado de la sede y salón de fiestas que tiene la institución.
La presidenta de la entidad de abuelos, María Teresa Mariscotti, dijo a EL DIARIO que en el edificio "muchas abuelas realizan las más diversas actividades, como gimnasia, el Taller de la Memoria (actividad enmarcada en un programa del PAMI), la merienda como lugar de encuentro de todos y de contención, todos los meses se entregan los bolsones, incluso mañana (por hoy) muchos abuelos recibirán una remesa...". A partir de este detalle, Mariscotti expuso el movimiento y la importancia del Centro para los habitantes etrurienses de la tercera edad.
Puntualmente sobre el reclamo elevado por el vecino, la presidenta sostuvo que "las quejas aparecieron hace mucho, cuando este señor se construyó la casa, allá por 2004 ó 2005, pero el salón está desde hace aproximadamente 20 años y siempre se alquiló para fiestas. Es más, en los últimos meses tomamos la medida de evitar alquilarlo no más que para fiestas infantiles y de familias (no casamientos ni cumpleaños de 15), a pesar que el salón tiene todas las comodidades para ello y una capacidad para unas 140 personas".
"Este salón se construyó en un terreno cedido a préstamo por la Municipalidad, con mucho sacrificio de los socios, con la organización de campañas de aportes de bolsas de 'portland', pidiendo a la comunidad que siempre colabora para estas cosas", explicó Mariscotti.
Es más, en abril pasado, la nueva comisión cumplió un año a cargo del Centro y dejó inaugurado un nuevo cielorraso del techo del salón de fiestas y una galería en la zona de asadores, manifestando así la permanente inversión en la mejora de las instalaciones.

Tolerancia

La directiva indicó que "se nos realizan acusaciones injustas" en la denuncia realizada por Robin en la Municipalidad.
La nota fue dirigida al intendente Héctor Baravalle, quien a través del asesor letrado de la Municipalidad notificó a los abuelos. "Nosotros intentamos avanzar hacia una solución, pero no hay caso, porque este señor no quiere eso. Planteamos hace tiempo colocar un aislante en la pared divisoria, lo que él no hizo cuando construyó su casa... pero además argumenta que por ese entonces, cuando compró el terreno al municipio, no se le informó que ahí había un salón de fiestas", se lamentó.
Entre las "acusaciones injustas", citó como ejemplo "que despide malos olores, cuando las cámaras sépticas funcionan bien al igual que los pozos; que las instalaciones no cuentan con los baños necesarios para la capacidad del salón; que sus niños están estresados por los eventos que se realizan allí...". Asumió que "algunas de las personas que alquilan exceden los decibeles en el volumen de la música, pero no es siempre y por eso hemos tomado tiempo atrás algunas medidas".
Pero lo preocupante para Mariscotti es que "no hay voluntad de este vecino por llegar a un acuerdo, parece que quiere que los abuelos nos vayamos del lado de su casa, ni siquiera tolera la música hasta las 10 de la noche".

Rápida reacción

A la espera de la mediación que pueda llegar a lograr el municipio o la jueza de Faltas, los jubilados tomaron la iniciativa de juntar firmas "para que el salón funcione como siempre, porque es el lugar de los abuelos".
Ese es el espíritu de la misiva al que ayer vecinos de distintos sectores se llegaron a firmar, tanto al Centro de Jubilados como a la radio FM Compartir, donde se dejaron planillas. La carta es de los socios y los directivos de la entidad, dirigida al jefe comunal contra las intenciones manifiestas del vecino, según Mariscotti, "para que el Centro deje de existir".
"Nos estamos defendiendo nosotros mismos, con fuerte apoyo de la comunidad", concluyó la presidenta de la entidad.