El prestigioso doctor y endocrinólogo Eduardo Patricio Wyse brindó la charla “Cincuenta años de memoria y medicina, formación, anecdotario y mensajes” en el salón OSDE, presentado por su amiga y escritora Susana Giraudo.
Distinguido en el país y en el exterior, fue reconocido en la ceremonia como “Visitante ilustre” a cargo de la titular del Consejo Municipal de Salud, Mildren Del Sueldo.
En diálogo con EL DIARIO respondió algunas inquietudes sobre la práctica profesional.
¿Cómo observa el sistema público y privado de salud en el país actualmente?
- Creo pertinente rescatar la ley más beneficiosa para las obras sociales que fue la 18.610, sancionada en el año ´69 ó ´70. Con ella, se les otorgó el derecho a los obreros a tener obra social y luego hasta los empresarios, como OSDE. Hay que recordar que hasta los años cincuenta, los pobres iban a los hospitales de caridad. Se amplió enormemente la cobertura y se sigue ampliando. Ahora sobre ese tema hubo reajustes. Por un lado, las prepagas están en pleno tratamiento en el Congreso y por otra parte, se evidencia el desvío de fondos de obras sociales sindicales que tienen hasta dirigentes presos. Le cuento mi caso personal. Hace cinco años que la obra social bancaria me descuenta el seguro de salud y me niega el servicio, excusándose por mi edad. Es increíble.
¿Cómo considera la formación de profesionales médicos?
- La calidad de los médicos, años atrás, había empeorado. Pero gracias a la implementación de la Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria (Coneau), ha mejorado bastante. Creo que la libertad intelectual de las universidades debe existir pero eso no debía dejar al producto que se lanza a la sociedad sin control. La Coneau ha presionado a las facultades para mejorar la calidad y se ha logrado.
¿Qué opina sobre el desplazamiento de la figura del médico tradicional por la del especialista?
- El médico de familia es una maravilla y sigue existiendo pero la sociedad lo degrada. La multiplicidad de especialidades fracciona al ser humano pero lo deja sin director de orquesta. Debería mantenerse un clínico, internista o un pediatra en caso de los niños, que dirija la consulta o tratamiento. También se comenta que la medicina está prostituida por dinero. Si existe hay que denunciarlo, por supuesto. Pero conozco un sin número de médicos honorables, incluso pobres que hacen su tarea habitual. Hay que decir que la dinámica de consultas de pacientes cada 15 ó 20 minutos porque los aranceles son muy bajos ha degradado la profesión. También es cierto que la industria farmacéutica tiene su influencia en ciertos sectores de la medicina, pero allí deberían intervenir los tribunales de ética.
¿Respecto a su carrera, por qué eligió especializarse en endocrinología?
- En mi época, era ayudante de cátedra de Fisiología Función que en nuestro país ha tenido una gran presencia y un valor destacado internacionalmente. Y todos los que hemos estudiado o formado parte de esa carrera pasamos a estudiar Endocrinología que no es más que 'función alterada' del cuerpo.
¿Qué recuerdos o experiencias significativas rescata de sus años en medicina?
- Recuerdo las dificultades respiratorias producto de la poliomelitis o el síndrome Guillain Barré cuando el paciente se ahogaba o no podía respirar; esas enfermedades que más me chocaban después dieron origen a los respiradores. Otra cuestión fue la diarrea estival. En el verano de 1960 fui practicante del Hospital de Niños. Los chicos venían deshidratados y desnutridos y si no le encontrábamos la vena se morían. Cuando le dábamos el alta a la madre le entregábamos clases de nutrición y leche en polvo pero volvían al verano siguiente. Sucede que la salud y la cultura deben ir juntas. Por ello, yo hago apología del Papanicolau y mamografía. Gracias a ello se ha detectado que en Argentina una de cada ocho mujeres ha tenido o tendrá cáncer a lo largo de su vida. Por eso la prevención debe ser parte de la cultura popular y la prensa ha contribuido mucho. Aunque al mismo tiempo se extralimita haciendo de juez cuando expone qué chico tiene que tratarse con tal o cualquier aparato en vez de dejarle esa decisión a un tribunal médico.