Horacio Storani (foto) tiene uno de los tambos con más desarrollo genético de la región. El problema de la crianza de los terneros machos se comenzó a dar el año pasado, cuando la 125 no era imaginada por nadie. "En un lapso de aproximadamente seis meses, tuve que matar 947 terneros", dice, con pesar, Storani. Eso fue en el año 2007. "No teníamos alternativas. El costo de criarlos superaba, como ahora, ampliamente lo que se obtenía por la venta", dijo. Le preguntamos por qué no los regaló, como están haciendo en la actualidad, a manera de protesta. "La verdad, lo pensamos, pero la DGI no iba a creer que los regalamos y en consecuencia, después van a creer que los vendimos criados en negro", explicó. Para evitar sanciones impositivas, presentó ante el organismo recaudador la constancia de que los terneros estaban muertos. El productor no dejó de destacar que, más allá de la pérdida personal que significa tal "ternericidio", es el país el que pierde "porque se interrumpe una cadena de desarrollo genético y se disminuye el número de cabezas, lo que hará que en el tiempo haya menos carne y menos leche", dijo. Hoy, trata de venderlos por el costo de la guía y la vacuna.
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