Escribe: Guillermo Mariani (*)
¡Cómo se lanzaron nuestros “grandes medios” y sus respectivas cohortes a utilizar agresivamente los detalles del WikiLeaks! Se atropellaban por traducir en la exageración de sus títulos las grandes revelaciones sobre Argentina y sus gobernantes.
Ninguna importancia a las filtraciones que afectaban seriamente a la diplomacia norteamericana, ningún comentario sobre la importancia que reviste este desenmascaramiento del ya conocido “gendarme del mundo” que es Estados Unidos, para reprobar su espionaje (perfecto para elaborar mentiras y mezquino para descubrir realidades), desde el Departamento de Estado y el Pentágono.
¿Cómo van a escandalizarse ellos, que se surten de las informaciones emanadas desde esos niveles oficiales para ser publicadas por todos los cómplices del imperialismo? De ninguna manera. No se animan a publicar todo lo que se diga desnudando la falacia de la diplomacia norteamericana porque ponen en peligro a sus proveedores.
Pero sí han buscado cada detalle que podía significar un agravio descalificante para el Gobierno de Néstor y Cristina.
Las preguntas sobre la salud emocional de Cristina (que seguramente fue sugerida por algunas publicaciones locales, como la de la revista Perfil antes de la asunción de la presidenta, que habló de supuestas pruebas científicas de su bipolaridad), se transformaron en la afirmación “se sospecha en el mundo de la salud de Cristina”.
La calificación de ineptitud para la política exterior que se reduce en el informe, al caso de negarse a admitir el golpe de Honduras y la instauración aparentemente democrática del presidente Lobo Sosa, se transformó en “Estados Unidos considera al Gobierno argentino inepto para la política exterior”.
La afirmación de que este Gobierno está afectado de la paranoia del poder se exageró con el título: “El kirchnerismo propicia un estado paranoico”. A este respecto, que constituye una alusión a las oportunidades en que Néstor y también Cristina se refirieron a la oposición como destituyente, es bueno preguntar ¿Clarín, La Nación y su séquito, se han olvidado de lo que ellos mismos publicaron reclamando o anunciando la renuncia de Cristina? ¿O de los carteles en paredes y manifestaciones que rezaban “¡que se vaya ahora!”, o “¡fuera Cristina!”, pagados con dinero del campo y la oposición? ¿O de aquella profecía de Elisa Carrió que afirmó que 2008 terminaba con sangre y expulsión del Gobierno? ¿No tienen archivos estos medios? ¿No los consultan?
La saña se pone claramente de manifiesto al resaltar y suponer verdadero, un juicio de Cristina sobre Evo Morales diciendo que “no es un hombre nada fácil”. Se sugiere maliciosamente que borra con el codo lo que tan claramente ha escrito con mano y ratificado con su conducta la presidenta. O cuando subrayan las acusaciones para los ex funcionarios Alberto Fernández y Sergio Massa, y para el actual, Aníbal Fernández, con intento descalificatorio de la conducta y el estilo político de Kirchner, hablando de maniobras irregulares o calificándolos con adjetivos sumamente vulgares, que esos medios difunden con innegable complacencia. También el ex canciller Jorge Taiana cae en la volteada, con un pasado montonero.
¿No será también bueno recordarles el pasado tupamaro del presidente uruguayo? Porque lo que para tantos significó una posición heroica de búsqueda de justicia social, no merece ser investigado o juzgado por el “gendarme del mundo” que no puede ostentar más títulos habilitantes que sus armas, su dinero y su imperialismo incorregible.
¡Vaya a saber hacia dónde se orientará este montaje comunicacional con los pilares de WikiLeaks y Estados Unidos! Pero cualquiera sea el resultado, lo cierto es que nuestros “grandes medios” han sabido aprovechar y saborear gustosos la “papita para el loro” que les tiraron.
(*) Presbítero de la Iglesia Católica
Otras notas de la seccion Opiniones
Escriben los lectores
Escriben los lectores
Una historia, entre tantas
Los lectores también escriben
Lamentable
|