Mala experiencia
Señor director:
Por este medio quiero comentar la mala experiencia que hemos tenido en el Hospital Pasteur.
Así como recalco la muy buena voluntad que han tenido las enfermeras del internado de este hospital para con nosotros, quiero hacer saber la mala voluntad y falta de respeto que ha tenido el médico cardiólogo García, ya que mi esposo Juan C. Martínez ingresó el día lunes 22 de noviembre con un preinfarto a terapia, el miércoles 24 lo pasaron a una sala y desde ese día y hasta el lunes siguiente, no tuvo ninguna atención por parte del especialista.
Ante esta situación, yo como esposa del paciente hablé con este doctor, pidiéndole que viera el estudio que se le había realizado el jueves 25 y me respondió que "no podía ir" a verlo y que "sacara turno" para ir al consultorio.
Se supone que el paciente internado debe ser visitado por el doctor en la sala que corresponda.
Como me pareció que este doctor no actuaba como correspondía, decidí exponer mi caso ante el director. Este no estaba y su secretario me dijo que me quedara tranquila porque el doctor terminaba de atender en los consultorios y pasaba a ver a mi esposo.
Esto nunca sucedió, cuando García terminó de atender se retiró del lugar. Fue así que decidimos salir corriendo afuera a buscarlo.
En unos minutos volvió y vino exclusivamente a increparme y a faltarme el respeto. Estaba muy enojado y por supuesto que no atendió a mi esposo, sino que dejó algunas indicaciones a otra doctora que se encontraba de turno.
Dejo saber que estoy muy dolida y enojada con este doctor, ya que mi esposo debe ser operado del corazón y él (por el facultativo) jamás tuvo la delicadeza de saber si mi esposo estaba bien o mal.
Doctor García: debe aprender a tener modales con las mujeres, con sus pacientes, pero mucho más debe aprender a "ser médico".
María de Martínez
DNI: 17145587
Batir de alas
Señor director:
Mientras diciembre nacía, los pequeños del Jardín de Infantes del Instituto San Antonio comenzaban a partir...
Era una partida llena de esperanzas y abrazos perfumados...
Era una partida con algunos saluditos a media lengua (los más chiquitos) y con un "sentirse grande" de los chiquitines de 5 que se asomaban al primer grado.
Pero fue una partida sin ausencia, por el contrario, fue presencia plena de niños contentos, papás y mamás orgullosos, abuelos de ojos húmedos y maestras con el alma serena, con esa serenidad que se siente cuando la voz del corazón susurra: "Buen trabajo, seño, buen trabajo".
Pero la enorme sala del Teatro Verdi, más enorme aún para esos ojos pequeños, se vio poblada de una invisible y celestial presencia: la Corte Celestial que vino a deleitarse ante tal despliegue de gracia, buen gusto, amor, elegancia y ternura que se derramaba desde el escenario.
Usted se preguntará ¿quién invitó a la Corte Celestial?, pues le respondo convencida, sin duda alguna, que fue nuestra querida primera beata argentina, Madre Tránsito Cabanillas de Jesús Sacramentado, ella dijo, antes de partir de este tierra, "desde el cielo les haré mucho bien" y estoy segura que ella cumplió su palabra.
Anoche fui testigo de ello, del espíritu de amor y servicio que mueve a cada maestra.
Prometo a mi nieto escribir lo que sintió mi corazón al verle en su primer gala de jardín. En una noche en que los aplausos se mezclaban con la alegría de los ángeles, que premiaban a los chiquitines, batiendo alas.
La abuela
de Mateo
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