Escribe: Jesús Chirino
Por estos días se presentará un libro de autor colectivo que versa sobre la vida de Camilo Rodríguez. En ese material se repasan diferentes circunstancias del vivir del “Negro” Camilo, tal cual lo nombramos todos aquellos que conocemos su dilatado trajinar por el campo gremial. Esta biografía política de este hijo de Villa María, que anda bordeando los setenta años de edad, ha sido escrita por un grupo encabezado por Jorge Tasín que en esta oportunidad comparte la autoría del libro con Florencia Iglesias, Juan Pablo Mangieri, Julieta Bossi y Federico Daniel Belloni.
En el libro se cuenta que Camilo llegó a este mundo en un hogar humilde formado a partir del encuentro amoroso entre hijos de diferentes continentes. Por un lado el español anarquista Gervasio Rodríguez que supo encontrarse con María Cristina Ahumada, mujer cuyas raíces venían de lo profundo de estas tierras. El mismo Negro dice de su familia materna: “Mis bisabuelos por parte de madre eran indios, de acá de Villa Nueva, acá cerquita, y vos veías mi vieja y tenía los rasgos de una persona india, el pelo lacio, duro, bien negra…”. Luego cuenta que esa mujer, en sus años tiernos, supo trabajar en la casona de los Pereira y Domínguez. La señorial vivienda donde hoy funciona el Concejo Deliberante de Villa María. Claro que de aquello hace mucho tiempo, su madre falleció hace diez años cuando ya había gastado noventa almanaques.
En tanto Gervasio por años supo ganarse el pan ejerciendo el oficio de afilador. Andaba empujando su rueda traída desde España, recorriendo las calles, haciendo sonar un pito de madera, avisándoles a los vecinos que estaban en la zona. El oficio de afilador también fue un quehacer que ejerció Camilo, hasta que la vida lo llevó a trabajar en la Municipalidad de Villa María.
No todo es igual
El padre de Camilo se hizo radical por ser amigo de Amadeo Sabattini y él mismo se afilió a ese partido casi como acto de herencia y por cuestiones que sufrió cuando niño, cosas que cuenta en el libro. El Negro nunca renegó de su pertenencia a la UCR , así fue candidato a diferentes cargos por ese partido.
Regresando a su tarea laboral podemos decir que a poco tiempo de estar en el taller mecánico del municipio comenzó su vida sindical. Son esos inicios los que encontramos en las primeras páginas del libro que, hay que decirlo, resulta de una lectura amena y entretenida. Luego se van desgranando una gran cantidad de anécdotas narradas por el propio biografiado. Entre tantas circunstancias de la vida de Camilo que se rescatan en la obra podemos señalar sus primeras asambleas como representante de los empleados municipales; su trabajo como asesor del entonces presidente de la Nación, el doctor Raúl Ricardo Alfonsín, cuando en un fuero internacional habló en representación de los trabajadores argentinos, su negativa a ir como delegado nacional a la Organización Internacional del Trabajo, sus luchas en municipios de la zona, diferentes experiencias en época de la dictadura cívico militar iniciada en 1976, sus peleas con Angeloz, Nosiglia, Mestre y Veglia y otros radicales que tenían dificultades para entender los reclamos de los trabajadores, su asunción como secretario General de la regional de la CGT, su decisión de que la CGT no era un espacio que gremialmente lo contuviera, su compromiso con la Central de los Trabajadores de la Argentina, su visión de la CTA, su participación en la lucha por la libertad de los presos de la pueblada de Corral de Bustos. Estas y muchas otras son las circunstancias de la vida de Camilo que nos permite conocer la lectura del libro “El Negro Camilo…”.
Quizás uno de los rasgos más importantes del libro sea que desborda, de manera amplia, la vida de Camilo. Los autores recorren, desde sus inicios, la historia de Villa María, también rescatan momentos históricos de la provincia y del país. Describen y analizan actores, épocas y hechos que dejaron huellas profundas en la vida institucional, política o gremial de la Nación. Así se habla de Agustín Tosco, Vandor, José Pedraza, Ubaldini, Menem, Franco Macri y tantas otras figuras públicas. De esta manera el material gana riqueza aportando elementos que ayudan a entender los contextos en que se fueron dando las diferentes etapas de la vida sindical del otrora secretario general del gremio municipal.
Entre toda la información que el libro contiene, puede leerse la referencia a un alto gremialista peronista que relativizaba la figura de Eva Perón, la maniobra que alguna vez tuvo que realizar Hugo Moyano para alejarse de la cárcel por tenencia de droga, los rompehuelgas contratados por el intendente municipal Carlos Pizzorno, hechos relacionados con los interventores municipales en tiempo de la última dictadura cívico militar y otras historias que convocan a una lectura que quizás despierte polémica ya que el material contrasta la decencia del sindicalista villamariense, y otros actores del gremialismo y la política, con la actitud de aquellos que desde esos mismos espacios buscan el enriquecimiento personal.
Diversidad
Otro aspecto para destacar del trabajo es el hecho de que a los frescos relatos del biografiado se le suman las voces de quienes a partir de diversas actividades públicas conocen o han estado relacionados con el gremialista. Las distintas opiniones aportan un punto de interés significativo al libro, pues van descubriendo diferentes facetas de Rodríguez. Así algunos aspectos de su personalidad asoman por la luz que surge desde muy distintas sensibilidades. Entre las muchas opiniones pueden leerse la del reconocido poeta Alejandro Schmidt, el mutualista Miguel Olaviaga, el intendente Eduardo Accastello, los gremialistas Alejandro Roganti y José Luis Bernabé, el periodista Sergio Vaudagnotto y el veterinario Juan Negro. Los autores también dejan constancia de la negativa que manifestó el ex intendente municipal Miguel Angel Veglia. El mismo que, ejerciendo la jefatura del municipio local, no tuvo suficiente con el pedido de Raúl Alfonsín para levantarle un castigo, de marcada violencia, que supo imponerle a Camilo Rodríguez.
La prueba de imprenta del libro que pudimos leer posee casi trescientas páginas divididas en varios capítulos, uno más interesante que otro. En la mayoría de ellos se suceden momentos tratados con humor y luego aparece el dramatismo propio de las luchas sindicales, de las batallas ganadas y algunas que trajeron más pérdidas que ganancia para el colectivo de los trabajadores. Pero siempre está presente la voluntad de continuar. Camilo narra con total llanura cada hecho importante de su vida, por ejemplo del tiempo de la última dictadura y sus representantes locales, entre otras cosas, dice: “A los cuatro meses del golpe, Cayetano Torres se fue y nombraron en su lugar a un tal Adolfo Jaca, que era civil pero con aires de milico -que es lo peor que hay, aclara Camilo- seguro, porque el que es milico lo adoctrinaron para milico, pero el que no es milico y quiere serlo, es lo peor que hay”. De otro comisionado municipal de aquella época dice que cada vez que ingresaba al edificio de la administración del Estado local, el hombre decía “uh, ahí llegó el loco ese, averigüen qué quiere el loco ese”. El loco era Camilo que aparecía para expresar el pedido de los municipales. También cuenta de una vez que le habló a un amigo que trabajaba en Buenos Aires, en tiempo de los militares, para decirle “…éstos me van hacer cagar. Toto, nos conocemos, vos sabés que yo estoy en contra de ustedes, estoy a muerte en contra de los milicos, pero están robando éstos, y con vos siempre hemos hablado de frente así que…”. Y era cierto, estaban sacando cosas del municipio local. Al poco tiempo fue destituido el comisionado.
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