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5 de Diciembre de 2010
Alejandra Niotigaray
Siguiendo la ruta de una mujer
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Desde hace mucho tiempo sigo a Alejandra.
Nos hemos conectado esporádicamente: me dejaba mensajes y desaparecía, le llamaba y no contestaba, hemos planeado algún encuentro que nunca pudimos concretar. Nunca comprendí por qué razón no podíamos coincidir.
Finalmente pudimos, y si bien en un comienzo el motivo estaba relacionado con el ámbito de las letras, nuestra charla derivó a develar el porqué de los desencuentros. Alejandra es una mujer activa, de ésas que han hecho de todo en su vida, ha sido enfermera, asesora, viverista, ha tenido negocio, vendido seguros, ha trabajado para una AFJP, hasta llegar a la actual actividad por la que hoy estamos con ella.
Es martes por la tarde y recorro el bulevar Perón como quien se dirige al barrio Las Playas. Voy a su casa, a la que llego en tiempo y forma por la perfección de sus indicaciones. Golpeo la puerta y Alejandra, por primera vez, aparece ante mis ojos. Muy cordialmente me saluda y me invita a pasar.
El motivo de mi visita es hablar de su trabajo, una profesión históricamente realizada por hombres: la venta de repuestos, pero no en mostrador, sino esa sacrificada labor que la ha llevado a recorrer el país de punta a punta; cumpliendo así con una gran cartera de clientes ganados en siete años de rutas.
Así es, Alejandra es viajante, una de las pocas mujeres que han aceptado el desafío de recorrer más de 10 mil kilómetros mensuales para promocionar y vender un repuesto íntegramente fabricado por villamarienses.
Por Darío Falconi
eldiariocultura@gmail.com

Nos ubicamos en su comedor.
Una película transcurre en el televisor, el canto de los pájaros se cuelan en la grabación junto a las risas de la entrevistada, que deja escapar en cada anécdota que nos cuenta. La charla durará más de dos horas y esto tiene que ver conque Alejandra relata para nosotros sus viajes y lo hace con un lujo de detalles que no podemos dejar de escuchar.
Los inicios de su tarea laboral invocan al fantasma del desempleo, cuando Luis, su marido, se quedó sin trabajo. Fue así como una pequeña y mediana empresa de nuestra ciudad le ofreció el trabajo de viajante, para vender y distribuir bombas de agua en la zona del Litoral.
La tarea no era fácil, salir a vender un producto en un lugar que no es el habitual, con gente y costumbres diferentes, es un tanto arriesgado. Alejandra decidió acompañar a Luis en estos viajes y notó (las mujeres son más perceptivas que nosotros) que podría hacerse un poco mejor, para que de esta forma el porcentaje que se traduce en sueldo, realmente les convenga. Así que después de varios viajes y charlas con su marido, decidió ser la voz cantante.
“Hay mucha competencia, la mayoría de las fábricas están acá en Córdoba y parte de Santa Fe y los demás son armadores que compran el despiece y arman. Hay que enfrentar toda esa competencia, claro que yo lo hago lealmente. Además muchos se creen que yo quiero tener prioridad por ser mujer; no, yo no quiero privilegios. Creo que la mujer tiene la misma capacidad que un hombre y viceversa, todo se complementa.”

MUJERES DEL PALO
Si bien Alejandra tiene experiencia en el rubro de las ventas, es muy difícil imponer una marca; más aún cuando la misma no hace publicidad, ni se presenta en exposiciones o emplea las herramientas que el marketing promueve... De todas maneras, el carisma de esta mujer ha hecho conseguir muchos compradores de los que parecían imposibles y, una vez que ella ha vendido, siempre ha querido ir un poco más allá, buscar otros horizontes.
Una de nuestras preguntas es si conoce mujeres en el rubro, a lo que responde: “Hay algunas chicas, pero están en el mostrador o hacen dos o tres pueblos cercanos. Yo me hice al lado de los clientes, al principio me bombardeaban un poco, porque una mujer en esto es raro. Me hacían algunas preguntas en las que me ponían a prueba. He conocido a otras chicas, en la zona del Litoral hay muchas mujeres. Virginia sabe de motores mejor que un hombre, en Corrientes está Isabel que hace todo lo que es embrague, Nancy es repuestera que sabe bastante, también está Ana María, Sonia en Formosa es especialista en Fiat, ella sabe todo, ya venía de familia, por su padre...”.

SEGUNDA CASA
En esos continuos viajes sin descanso, ya que se realizan desde enero a enero, Alejandra ha visto y experimentado diferentes relaciones con la gente de cada lugar. Recuerda sus primeros viajes en el que le consultaban a qué se refería cuando pedía “bizcochos”, porque dependiendo del lugar les llamaban tortitas, criollitos, etcétera. “Porque cada pueblo tiene su folclore, su tradición, te das cuenta en las cosas más simples como ésta”, nos dice mientras nos ceba un mate.
El inicio de su recorrido comienza en Villa María, continúa por Santa Fe, Paraná, Concordia, Monte Caseros, Paso de los Libres, Oberá, El Dorado; allí toman otra ruta y siguen por Posadas, Corrientes hasta Chaco, destino en el que “hacen base” una semana, para poder cumplir con el interior de esa provincia, Formosa y su interior…
También amplió sus horizontes, “me fui a la Patagonia, recorrí varios lugares y me compraron algunas bombas y dije que esta zona va a ser; luego llego a Neuquén, después me fui a la zona de Cuyo. Para realizar tremendo recorrido el matrimonio maneja sin pausa, turnándose, complementándose. En esa chata gris pasan gran parte de sus días, por ese motivo es que cuida de ella y la deja en condiciones apenas llegan de su recorrido. Se comprende, Alejandra y Luis, pasan más tiempo en el vehículo que en su casa de ladrillos.
Ella es solidaria, cuando regresa de sus viajes ayuda a la gente con jubilaciones y demás trámites que “delincuentes con título” aprovechan la oportunidad para sacarle dinero a quienes no tienen, “yo los hago gratis”. También, en la medida en que disponga espacio en su Partner suele llevar ropa, juguetes o cosas que pueden hacerle falta a gente más carenciada; pero no las dejan en cualquier lugar, ya que si son gente que viven en cercanías a las rutas es mucho más fácil de que ellos puedan acceder a ciertas cosas.

POSTALES
Son muchas las postales que han quedado retenidas en la memoria de Alejandra y Luis. Muchas veces han tomado fotos de distintos lugares y casi siempre desde el vehículo en movimiento. Sin embargo, cuando hacen alguna parada captan en sus retinas algunas situaciones que les han llamado la atención.
“En el Chaco hay muchos floristas. Los sábados asan muchísimos pollos en la calle; hay mucha gente que vende cualquier cosa, hay verdulerías y muchas otras cosas.” Alejandra, sorprendida por este despliegue callejero alguna vez le ha consultado a alguien del Gobierno de ese lugar, que muy simplemente le contestó “es mejor que sea así, porque de otra manera toda esta gente estaría robando”. Nuestra entrevistada se molesta cuando hablan de Chaco como un lugar pobre, porque si bien tiene muchas carencias, sólo resaltan lo malo; “la gente del Chaco es muy amable, te cobijan más que en cualquier otro lado del país”. Recuerda también que hay muchas farmacias, que están abiertas las 24 horas del día y que además venden gaseosas, yerba, azúcar... y que la familia no compra helado en cucuruchos, sino los potes y todos comen de ahí cada uno con su cucharita.
“En Mendoza quedé sorprendida porque hay muchas casas que venden ropa negra para bebé.”
En sus viajes litoraleños Alejandra se ha acercado a los “originarios, los mal llamados indios, que son los verdaderos dueños de la tierra. En Misiones vos parás a un costado, mirás alrededor y ves selva y cuando te diste cuenta aparecieron un montón de niños que te piden cosas dulces”. Sorprendida de ver cómo “ellos jugaban a la rayuela, a la pelota o al mamá y el papá y uno ve esa limpieza que tienen en su adentro; cuando vos acá tenés la televisión, la computadora, es otro mundo. Allá, por lo menos todavía hay niños que tienen la ilusión de jugar a cosas sanas de las que ya poco se ven”.
Consultada por el cansancio de estar continuamente afuera, viajando de día y de noche, con diversos climas y particularidades; Alejandra responde estar cansada a veces, pero que su trabajo “es lindo porque convergen muchas cosas que uno tiene la oportunidad de vivir”.
¿Estás contenta? Le preguntamos. “Sí, estoy contenta, porque no hay discriminación de parte de los hombres por ser nena”, mientras sonríe y nos invita a pasar al otro cuarto a mostrarnos algunas fotos que tiene, esas postales de paisajes y personas que hoy compartimos con ustedes.
Gracias Alejandra, que tengas buen viaje.

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