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Simpático, verborrágico y generoso. Un Serrat auténtico |
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A las 21.40 se apagaron las luces, se prendieron las tres pantallas gigantes que decoraban el escenario junto a una especie de biombo de donde aparecería el cantante y la voz de Serrat comenzaba a escucharse diciendo: “Me llamo barro aunque Miguel me llame / Barro es mi profesión y mi destino / que mancha con su lengua cuanto lame”, del poeta Miguel Hernández. La primera hora fue dedicada a este gran poeta, del mismo en que se basa el nuevo CD de Serrat, “Hijo de la luz y de la sombra”. Luego de cantar “Llego con tres heridas” dijo: “Gracias a todos, empiezo la noche con un manojo de poemas de Hernández. Buenas noches. Bienvenidos”. Luego continuó con “La palmera levantina”, “Las abarcas desiertas”, “Dale que dale”, “Si me matan bueno”, para después solo con la guitarra cantar: “Tristes guerras” uno de los poemas ampliados por frases en contra de la guerra y de la muerte.
La primera hora fue puro homenaje, pero no sólo eso. Fue maravilloso por las letras y el mensaje que daba en cada una de las canciones y de los aplausos y de la gente en pie. En esa primera parte, con su camisa blanca y su saco simple, Joan Manuel terminó cantando “Menos tu vientre”, “El hambre”, “Nanas de cebolla” y terminó con “Para la libertad” con imágenes de la vuelta a la democracia en España luego del accionar del dictador y genocida Franco.
En una segunda entrada se había cambiado la camisa blanca por una negra nomás. Así comenzó con “Tarres”por la cual contó: “El es el otro yo de Serrat, todos tenemos otro yo. Uno que siempre está del otro lado. Y a Tarres le va bien Serrat y viceversa. Hay días que uno hace una parte, hay días que viene uno, algunos que viene el otro. Pero en este viaje Serrat no quería que viniera Tarres, y lo engañaba diciendo que iban a otro lado. Pero el muy astuto se fijó cuando hacía las valijas y me dijo ‘escucha, estás poniendo mucha primavera en la valija, te estás yendo a Córdoba’”.
Continuó con “Soy sinceramente tuyo”, “La bella y el metro”, “Princesa”, “Mediterráneo”. Luego se sentó y dijo que el “analiza las canciones que quedan en la memoria”. “Las canciones van cargadas de recuerdos. Por eso amamos las canciones porque nos recuerdan tiempo y lugares donde fuimos felices. Recuerdo viene del latín que quiere decir volver a pasar por el cuerpo”, aseguró y se despachó con “Los recuerdos”, “Disculpe el señor”, “Hoy puede ser un gran día”, “Cantares” “Palabras de amor” (en catalán) y “Fiesta”. Al final como no podía ser de otra manera regaló “Aquella pequeñas cosas”.
Algo personal. Me quiero permitir un apartado en esta crónica. Por el simple hecho de que Serrat canta en una de sus canciones “Entre esos tipos y yo hay algo personal”. Y es que entre quien escribe y Joan Manuel también. El amor por Boca y la simpatía por Barcelona. Su amor por Barça y su simpatía para con Boca. Argentina y Cataluña. Su amistad con Fontanarrosa y mi admiración para con el negro. Su amistad con Sabina, mis respetos perpetuos a Joaquín. Guillermo Barros Schelotto es fan de él. Yo de Guillermo. Su respeto y mi amor por Maradona… En fin. Varias cosas, como a muchos me unen a él. Más allá de las edades, más acá de sus canciones.
Es por eso que pienso que luego de haber salido de su enfermedad seguramente dijo, imitando al gran Federico Luppi, “La puta que vale la pena estar vivo!”, y seguro le sumo “ para poder hacer estas canciones”. Este humilde cronista adhiere y grita “¡La puta que vale la pena estar vivo y más aún si es para verlo y escucharlo!”.
Juan José Coronell
Especial para EL DIARIO
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