Cansada de recibir por años y pacientemente agravios gratuitos contra mi persona por parte de la licenciada Gabriela Naselli, en contestación a su carta pública del pasado 13 de diciembre, gota que rebasó el vaso y en defensa de mi buen nombre y de mi familia que sufre solidariamente conmigo estas calumnias, me veo en la obligación de romper el silencio. Y para ello voy a utilizar algunas de las mismas palabras de la misma licenciada.
“Seamos locos, digamos la verdad”: el fiscal Atienza sí tomó en 2006 la denuncia de la licenciada Naselli en mi contra, y en la misma no estoy ni siquiera imputada por la sencilla razón de que en más de cuatro años, salvo sus dichos, la licenciada no ha podido presentar ninguna prueba, porque los hechos por los que pretende acusarme son inexistentes. Pongo en conocimiento que en el momento que indique el procedimiento, la licenciada y las personas que ella, por sus intereses individuales lamentablemente arrastró hasta hacerles cometer atropellos contra mi persona y personal de mi escuela, deberán pasar por los estrados judiciales y responder de acuerdo a la ley por los daños morales y materiales causados.
“Seamos locos, digamos la verdad”: la licenciada Naselli me obliga a decir que en la mañana del 30 de noviembre, como familiar de uno de los detenidos y como miembro de la comisión Directiva de la CTA, yo estuve personalmente en la Comisaría de Villa María con mis otros compañeros de la Central y con los de VACAP, primero para que liberaran a los chicos guevaristas y después, tratando de evitar -sin éxito- que detuvieran a mi querida compañera Mónica Sonzini, con quien comparto dentro de la UEPC, pero desde una metodología distinta, la lucha contra la burocracia sindical. Al otro día, mi Central convocó a una conferencia de prensa en la que participé para repudiar la detención policial, pedir la liberación de Mónica y en la que firmé también un comunicado difundido por la prensa contra no habilitar en la ciudad espacios públicos gratuitos para la libre expresión de las ideas de las fuerzas políticas y por la violación del principio de igualdad ante la ley, dado que es evidente que los partidos goberantes no sufren castigo alguno por pintar paredes públicas llamando a votar a sus candidatos.
Pongo en conocimiento de la licenciada Naselli, que mi militancia archi conocida en el partido de toda mi vida, ahora en el poder, no me impide actuar de acuerdo a mis principios y que no permitiré que nadie me persiga sólo por pertenecer a un espacio político.
“Seamos locos, digamos la verdad”: es lamentable que la licenciada Naselli se monte ahora en las peripecias que sufre la compañera Sonzini de parte del poder y en viejas mentiras que no se volverán verdad por más que se las repita, para ganar una batalla personal y mezquina por lugares de consideración social que entiendo, deben conseguirse de otra forma, combate que emprendió contra una pobre laburante de la educación como yo y que la licenciada hace mucho ya perdió. Sería mejor que la licenciada se sincere, que empiece por casa a denunciar la connivencia con los poderosos, pues su padre es tribuno de Cuentas villamariense por la Democracia Cristiana, un partido que, recordemos, prestó su sello al ex candidato a intendente Raúl Costa, funcionario del actual gobernador Schiaretti.
Licenciada Naselli, si realmente queremos cambiar el mundo, seamos locos, digamos la verdad.

Alejandra Ardiles
DNI 13015897