Escribe: Pepo Garay
(Especial para EL DIARIO)
Sube la temperatura, y el cuerpo reclama agua. Ríos y arroyos se ofrecen para saciar las necesidades del turista. Pero sobre todo lagos, lagunas, diques y embalses, grandes oasis que potencian las ganas de zambullirse y aplacar los latigazos del termómetro. Por suerte Córdoba cuenta con una muy buena cantidad de espejos de agua como para disfrutar del baño. Y de paso practicar distintas actividades náuticas, como la pesca y el buceo, o los paseos en lancha, vela, jet ski y bote a remos. En todos los valles serranos, e inclusive en las planicies del norte, estos espacios dicen presente. Aquí, las pruebas.
El Valle de Calamuchita es el más adecuado a la hora de tratar la temática. También conocido como región de los Grandes Lagos, presenta una serie de embalses dignos de admirar. El más cercano a Villa María es el Piedras Moras, al que se puede acceder desde Almafuerte. Pequeño si se lo compara con el resto de los de su tipo, presenta no obstante un tamaño importante. Son 830 hectáreas de superficie. Como para no quejarse por la falta de espacio.
Luego aparece el embalse Río Tercero. Es el más grande de la provincia, y comparte sus riquezas con localidades como Embalse, Villa del Dique o Villa Rumipal. Sumamente popular en verano, es ideal para la vida de camping. Diferentes clubes náuticos complementan el ambiente. Alejado sobre el oeste, el embalse Cerro Pelado también atrae visitantes. Aunque no está permitido bañarse en sus aguas, vale la pena admirarlo en tanto obra de ingeniería. Los hermosos paisajes montañosos de los alrededores hacen el resto. El paseo por el valle finaliza en el Embalse los Molinos, que también forma parte de Paravachasca. Con caminos sinuosos y el verde de las laderas estallando por doquier, es favorito en varias tarjetas.
La próxima estación es Punilla. Allí, el monarca indiscutido se llama Lago San Roque, y su ladero más fiel, Villa Carlos Paz. Un terreno largamente conocido por los villamarienses, y que sin embargo sigue enamorando a fuerza de espléndidas postales y diversidad de actividades. Los amantes de los deportes náuticos encuentran en el San Roque un universo perfecto. Sol, buenas playas y redención. Al norte están los pequeños de la familia: los diques Los Alazanes (cerca de Los Cocos) y El Cajón (lindero a Capilla del Monte) compensan el reducido tamaño con encantadores entornos serranos. Cercanos a los límites provinciales, los embalses Pichanas y Cruz del Eje captan turistas aún sin contar con la bendición de la montaña.
Menos conocido resulta el Embalse La Quebrada, vecino a la localidad de Río Ceballos, en las Sierras Chicas. Dócil y afable, forma parte de la Reserva Hídrica Natural Parque La Quebrada. El área es generosa en vegetación, y fundamentalmente en quebradas y arroyos, que desembocan en la represa. Por el lado de las Altas Cumbres, la opción es el Dique La Viña. Cercano a Nono, esta obra destaca con su paredón de 107 metros, el más alto del país.
Por último, y alejado del resto de sus hermanos, surge la Laguna Mar Chiquita. Alimentada por los ríos Dulce, Suquía y Xanaes, es considerado como el sitio de mayor biodiversidad de la provincia. Dan prueba de ello la heterogénea vegetación y sobre todo las más de 300 especies de aves que lo habitan, con el flamenco rosado como fiel representante del fenómeno. Isletas y bañados rematan la fisonomía del humedal, donde se da muy bien el avistaje de pájaros y las actividades náuticas.
No caben dudas acerca de la amplitud de la oferta. Viene con garantía cordobesa.
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