Amás tardar el 2 de enero se realizarán las primeras aplicaciones a enfermos de cáncer en el Centro Privado de Oncología y Radioterapia (Cepror), que se presentó ayer a la prensa.
El complejo de salud está situado en avenida Borrás, a pocas cuadras de la Fábrica Militar, y para su puesta en marcha falta sólo el visto bueno de la Autoridad Regulatoria Nuclear, lo que se supone será concedido en pocos días más.
Una veintena de pacientes oncológicos de la ciudad y la región están en lista de espera para iniciar sus tratamientos con el acelerador lineal Elektra Precise, un instrumento de última generación que permite utilizar dos tipos de partículas (fotones y electrones) para tratar distintos tumores, tanto profundos como superficiales.
El acelerador, a diferencia de los antiguos equipos de cobalto, no posee una fuente radioactiva permanente.
Según lo informado, la inversión en el predio de avenida Borrás ronda el millón y medio de dólares. El grupo propietario de Cepror está conformado por Osvaldo Paesani y Martín Richardet, así como por tres inversores de otras localidades.
Lucas Magri, el gerente General, tiene experiencia en el montaje de otros centros de radioterapia.
Según comentó Paesani, "este centro viene a servir a los pacientes de una región, que de otro modo debía viajar repetidas veces a Córdoba o a Rosario. Un tratamiento suele llevar de 40 a 45 días, en los cuales los trastornos que se generan en las familias son mayúsculos".
Agregó que la ubicación del centro, cerca de las vías rápidas de comunicación facilitará el acceso de los pacientes, que se encontrarán "con un predio de vista agradable, con mucha vegetación, y con amplias comodidades para estacionar. En una ciudad grande, el tiempo para encontrar estacionamiento puede ser muy superior al que exige el tratamiento, que es de alrededor de 15 minutos".

El "búnker"

El acelerador está situado dentro de una gruesa caja de cemento, como medida de seguridad para evitar el escape de partículas radioactivas.
El espesor máximo de las paredes es de 2,57 metros, lo que significa que se ha utilizado tanto cemento como para un edificio de 14 pisos.
A modo de comparación de las energías puestas en juego, se dijo que mientras un aparato de radiología convencional utiliza una tensión de aceleración de electrones de 250 mil voltios, en el caso del Elektra Precise dicha tensión es de diez millones de voltios.
El acelerador modula y dosifica la radiación ionizante de modo tal de afectar en mínima medida al entorno del tumor. Para ello, se vale de una sofisticada tecnología informática que crea previamente un volumen virtual de cada paciente, quien en cada sesión debe situarse en la misma posición en la camilla, ya que el acelerador aplica los rayos con precisión milimétrica.
En 1975 era curable sólo el 40 por ciento de los tumores. Hoy con los avances en radioterapia y otras disciplinas oncológicas, el índice de curación orilla el 70 por ciento, y en el caso de los niños, el 85 por ciento.
En cuanto al costo de cada tratamiento, oscila entre los 6 y los 50 mil pesos, y se están haciendo tratativas para formalizar convenios con mutuales y obras sociales.
Según se precisó, el edificio está preparado para, en el futuro, realizar quimioterapia y también para introducir fuentes radioactivas en el propio cuerpo del paciente.