Un artista intensamente emotivo en el cenit de su poder creativo, presenta su obra titulada "Blood on the tracks" ("Sangre sobre las pistas") en enero de 1975. Un disco en el que trata esencialmente la ruptura de una madura relación conyugal, en este caso, la separación de su esposa Sara. En este trabajo, Bob Dylan presenta un puñado de buenas canciones que por sí mismas expresan el sentimiento de arrepentimiento y del amor que se diluye ante su incrédula mirada.
A lo largo de toda la grabación, el prolijo mecanismo musical que le identifica como cantautor, apenas si puede disimular tanta rabia contenida, un enfado que aflora en su éxito "Idiot wind" ("Viento idiota"). Robert Zimmerman (tal su verdadero dato filiatorio), consigue entretejer dentro de sus melodías singulares ejemplos de épicas historias folk que constituyen su marca registrada. Un año después, en enero de 1976, lanza al mercado su álbum "Desiré".
Es en este punto de su carrera donde renace el sentido de injusticia que había alimentado durante la década del sesenta. Repentinamente, su intención de apoyar a los injuriados y desamparados cobra una inédita intensidad y provoca un vuelco en su musa inspiradora.
El lanzamiento del LP "Desiré", coincide con el final de un período barroco del intérprete, lapso en el que se concentró para la conformación de su placa titulada "Planet waves" ("Las ondas del planeta"). Este disco de pasta, muestra a Dylan como un agudo observador de la vida, si bien de un modo musicalmente errático. La prolongada canción inicial de apertura del racimo de temas que incluye "Desiré", demuestran que su conciencia política estaba todavía intacta, criticando lo que consideraba una injusta sentencia a la cadena perpetua aplicada al ex-pugilista de peso medio Rubín "Hurricane" Carter, por un presunto triple asesinato. Precisamente, el título del tema apertura de ese lado es, "Hurricane" ("Huracán"). Dylan conserva, entrado el Siglo XXI, su "aura" de tótem de la cultura popular contemporánea. Su contribución capital al hilo narrativo del folk-rock, convierten al trovador de Minnesota en uno de los artistas más influyentes de la última centuria.

En Villa María

Mientras los jóvenes apurábamos nuestra marcha para arribar a uno de los bares de moda, se había inaugurado la peatonal, por San Martín, entre Corrientes y Buenos Aires. Y con sus mesas de color amarillo-verdoso y sus sillas haciendo juego en materia de tonos, se habría al público la recordada confitería "Carré". Unos metros más hacia Corrientes y trazando un paralelo en la época, otro sitio se jactaba de ser uno de los lugares preferidos por los villamarienses: "Mónaco". Y completando la escenografía de esos cien metros, el tiempo perdía la batalla con la más tradicional de las confiterías villamarienses, la histórica "La Madrileña". Completaban la propuesta de la cuadra más popular del microcentro, los cines "Premier" y "Rex" (posteriormente "Ambassador").

Atilio Ghezzi