Escribe: Pepo Garay (especial para EL DIARIO) Lo que es bueno, es bueno. Y cuando uno lo prueba, quiere repetir. Una. Y otra. Y otra vez. Así es que las cosas van adquiriendo el mote de favoritos. Como Santa Rosa, que de tanto ofrecer sus encantadores atributos, se convirtió en un verdadero clásico. En otoño, invierno y primavera, compra al viajero con la confianza de quien se sabe estimado. Ni hablar durante el verano, época en la que su talante se vuelve aún más convincente, a partir de cuidadas playas, cerros pintados de verde, y una movida turística generosa en actividades. Todo al servicio del visitante, quien se dispone a vivir una temporada estival a pleno en las sierras de Calamuchita. Un gran telón de fondo Ubicada en el epicentro del Valle, Santa Rosa se configura como el punto de referencia del viajero. Rodeada de montañas y belleza, la ciudad parece protegida por la naturaleza. Al este, tiene de vecina a las Cumbres de Hinojo, continuación de las Sierras Chicas. Allí descansa el cerro Vía Crucis, objetivo de creyentes y de los amantes de las excursiones. Desde la cima se obtienen majestuosos paisajes de la región. Al oeste, encuentra respaldo en las Cumbres de Achala, prolongación de las Sierras Grandes. Estas últimas son hogar del cerro Champaquí, cuya cima configura el punto más alto de la provincia (2.790 metros de altura sobre el nivel del mar). Semejante repertorio, le brinda al municipio un aura inmejorable. El resto, lo hacen los prodigios hídricos que bajan resueltos desde los picos adyacentes. Entre ellos figura el río Santa Rosa, que nace de la unión de los ríos Tabasquillos y San Miguel. De aguas diáfanas y refrescantes, baña a la localidad con armonía, regalándole además una serie de balnearios donde el verano llega a su cúspide. En ese sentido, destacan playas como Miami (alejada un par de kilómetros, es una de las favoritas del público), La Choza , El Remanso, Ruphay y el Puente Colgante. Puchuki, a pocas cuadras del centro, supo ser el corazón de temporadas pasadas. Hoy, con menos devotos, sigue convidando con los tradicionales sortilegios de la zona: Arena y piedras en cantidad, ollas naturales y la decoración infaltable que dan las pobladas arboledas. Sol y laderas como telón de fondo, y pedir más resulta abuso. Otro galardonado es el Balneario Santa Rita, al que se llega tras cruzar el Puente de Hierro. El lugar no sólo sirve para aplacar el calor, sino también para disfrutar de los varios espectáculos artísticos que se presentan en el escenario lindero. Pero Santa Rosa no sólo vive de día. Cuando la noche sale, casi siempre preñada de estrellas, el escenario brilla con luz propia. Una muy buena oferta de restaurantes, bares, boliches y centros de entretenimiento, se abre para darle a la jornada un plus necesario. La calle Libertad, columna vertebral del circuito, se llena de gente y opciones. Ruido a Dakar Al igual que en 2010, la temporada de este año viene con Rally Dakar de regalo. La laureada competencia tiene en los alrededores de Santa Rosa una de sus etapas de carrera. Así, al abanico de propuestas se le suma un espectáculo de primer nivel, que dirá presente justo en el día de mañana. Después del ruido de motores, conviene evitar la vuelta a casa y quedarse planchado en el corazón de Calamuchita. Ese valuarte del que cualquiera se vuelve fanático.
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