por María Ana C. de Machado
Vivir sin la urgencia
implacable de tiempo
quisiera…
Desandar caminos,
salvar las distancias,
llegar a mi pueblo
chiquito, borrado del mapa.
Sentir nuevamente
la dulce fragancia
de aquellas retamas…
Ver los durazneros
con ramas cargadas
de prietos racimos
de flores rosadas…
Jugar en el patio
rodeado de higueras
con las mismas niñas
con las que jugara…
¡Oh! ¡Dios!, si pudiera,
vivir sin la urgencia
implacable del tiempo
quisiera…
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