por Isabel Almada
Tu mirada tierna,
la llevo en mi alma
No olvides mis pasos,
Me dijiste un día, convertida en sol
llegué hasta tu puerta, llevando en el pecho
un cofre de fuego. El beso que un día
me diste al azar. En aquel instante,
-tú me amaste un poco.
Yo también te quise
no puedo negar.
Hoy quisiera.
Salvar
esas horas.
Ese abismo
Fatal.
Que
Divide.
Embriagarme
De amor con tu fragancia
Mística, pura, que tu ser despide.
El encuentro triste, levantó sus alas
Sobre mi regazo, como una ave blanca
Oprimí tu boca, sólo con un beso.
Aún, sin saberlo, yo te estaba amando.
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