Se llama Mirta Battaglia, vive en Salto Grande 924 en barrio Las Playas. Ayer, una verdadera pesadilla truncó su siesta.
“Estaba durmiendo, eran las 15, cuando sentí olor a humo y me desperté. De pronto vi las llamas, se estaba quemando la mediasombra. Decí que tenía una manguera con un chorro fuerte y comencé a apagar el fuego mientras llamaba a los Bomberos.”
Así empezó su relato con la periodista de EL DIARIO. No fue un hecho casual, el fuego se había instalado en el baldío aledaño a su vivienda.
“Tiré la manguera hacia el baldío, me asomé y vi al chico que estaba en el terreno del lado con otra manguera. El pibe me reconoció que le había prendido fuego a los yuyos...”
Los Bomberos llegaron y todo terminó sin mayores incidentes, más que el susto y esos pensamientos que fluyen en un momento así: “No quiero imaginar qué hubiera pasado si no me despierto a tiempo”.
Pero detrás de esta pesadilla hay otra historia.
“Sabés cuánto tiempo hace que estamos reclamando a la Municipalidad por ese baldío”, dijo Mirta con un poco de bronca por la ausencia de atención a un reclamo que tiene más de dos meses.
“El terreno es propiedad de un hombre que está en Buenos Aires y supuestamente la familia Lucco (vecinos del barrio) estaban encargados del lugar.
Llamé a la oficina de Atención al Vecino en tres oportunidades. Les pedí que vinieran a ver la altura que tenían las malezas y las alimañas que había.
Vívía sacando arañas, víboras ciegas de mi casa. Nunca me dieron una respuesta.
Me dijeron que iban a mandar a Seguridad Ciudadana para constatar su estado (dejó en EL DIARIO fotos del yuyal) pero nunca fueron.”
Mirta, después de lo vivido en la tarde de ayer, se pregunta: “¿Por qué la Municipalidad no toma cartas en el asunto? ¿Por qué tuvimos que padecer lo que padecimos?”.
“Mirá lo que pasó hoy (por ayer), el riesgo que corrimos, se me podría haber quemado la casa...”.
Una historia urbana que exige reflexión para no tener que lamentar males mayores.

Epígrafes: 1) Así quedó el baldío
2) El bombero en la casa de Mirta, tras apagar el fuego