He leído en sucesivas ediciones de EL DIARIO, apreciaciones del intendente Accastello referidas a la instalación de una oficina aduanera, como así también una misiva de la AERCA felicitando al señor Gustavo Mingone, titular de la misma, saludando al propio tiempo el carácter visionario del asentamiento, que sin dudas lo es.
Pero la memoria, lábil como pocas, suele jugarnos malas pasadas si confiamos totalmente en ella sin munirnos de algún soporte documental o testimonial, pues a la hora del recuerdo suele ser infiel como un jeque. Tal vez por ello y sin poner en cuestión la buena fe de los citados, entiendo como un simple lapsus el olvido de un valioso y no remoto antecedente gestado en la administración municipal del ex Intendente R. Horacio Cabezas.
Para salvarlo, diré que a impulso del entonces secretario de Hacienda Alberto E. Marcotegui, el Cr. Cabezas tomó la iniciativa de instalar un Puerto Seco en Villa María. La idea contó con el beneplácito del empresariado local, que asumió con entusiasmo compartir el emprendimiento, aceptando formar parte de una comisión ad-hoc.
Un estudio de la Dirección Nacional de Aduanas indicó como exagerada la aspiración y sugirió, en cambio, la instalación de un Resguardo Aduanero con corredor internacional con una estación de transferencia de cargas para transporte multimodal.
La medida se plasmó en una resolución que trajo a Villa María el propio director Nacional de Aduana, Ing. Juan Carlos Delconte, y la ciudad vio poblarse de enormes contenedores el predio de la estación ferroviaria, operados por dos multinacionales asentadas en el puerto de Buenos Aires, entre ellas la gigantesca Murchison, así como dos grúas de gran porte para transferir cargas.
La Municipalidad habilitó un predio en barrio Belgrano, cercado e iluminado, para el estacionamiento de camiones y una oficina para funcionamiento administrativo del Resguardo que, en una etapa posterior, se trasladaría a la playa de maniobras en la que se instalaría una grúa mayor que Aduana tenía en Remedios de Escalada.
El logro se frustró porque el Gobierno sucesivo lo puso en vía muerta y lo transfirió a General Deheza. Pero ésa es otra historia. Saludo la presencia de la Aduana en Villa María y, a la hora del recuerdo, reitero mi pedido: No se olviden de Cabezas.
Julio Oscar López
LE 7997126
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