Marisa Román es una vecina singular. Como madre de ocho hijos no dudó en criar a ocho más que habían quedado desamparados. Pero como veía la pobreza a su alrededor, sabía que tenía que hacer algo más y puso en marcha el Viandero que funciona en el barrio Las Playas con el apoyo de la CTA Villa María.
La exposición pública de Marisa con el Viandero, hizo que fuera blanco de críticas.
En este caso, de una mujer, María Alejandra Zapata, que envió una carta a EL DIARIO, acusándola de ser cómplice o encubridora de gravísimos hechos como la violación de menores y hasta del homicidio de un adolescente.
Un cronista de este medio le preguntó sobre cada uno de los hechos y ella no dudó en responder.
“María Alejandra Zapata me acusa sin conocimiento. Creo que puede tener que ver su participación política con (Eduardo) Accastello, dado que trabaja en el MuniCerca del barrio y organiza reuniones para (Nora) Bedano. Pero tiene que saber que en el medio están los chicos del Viandero y mis hijos. Y con eso no se juega”, dijo.
Ante la consulta del caso de violación del que Zabala responsabiliza al marido de Marisa, ella relató que “al enterarme por una vecina que decía que habían sido violadas las chicas (hijas de crianza), fui directamente a hacer la denuncia. Ante la sospecha, ni siquiera hablé con mi marido, sino que fui inmediatamente a denunciar. Se hizo un juicio por eso y lo declararon inocente”.
“Mal puede decir que soy cómplice de algo que yo mismo denuncié”, indicó.

Contra un hijo

El otro hecho en el que Zabala involucra a Román, es el de un hijo de crianza de ésta última.
“Tengo mucho dolor por eso. Una nena que vivía enfrente de casa, contaba que su padrastro le hacía cosas que tenían que ver con lo sexual. Yo fui a hablar a la asistente social en el MuniCerca, me dijeron que no podían hacer nada. Después fui a hablar con la del Dispensario y me contestó lo mismo”, explicó.
“Tal vez, anoticiada de eso, la mamá de la nena acusó en la calle a mi hijo de crianza, Ramón, gritándole violador. Yo le dije a mi muchacho, para acabar con esa situación, que nos presentáramos en la Policía”, dijo.
Así fue y lo dejaron detenido, por lo que hoy está esperando el juicio.
“Quiero decir que lamentablemente, yo no puedo pagar abogados y al que trabaja gratis, le dije: vamos a ayudar a Ramón si es inocente, si no, no me ve más”, señaló Marisa, conteniendo el dolor que le provoca saber que “su muchacho”, como lo llama, está en Bouwer a la espera de ese juicio.
Asegura que los análisis de ADN son contradictorios porque el primero le dio negativo y el segundo, positivo.

Sobre el homicidio

Y llegó así en el relato a la tercera acusación de Zabala, cuando afirmaba que en un hecho de sangre que terminó con la vida de un adolescente del barrio Las Playas, la casa de Marisa fue el lugar donde el asesino limpió y escondió el arma. “No es cierto. Nada que ver, me gustaría saber porqué miente esa mujer. Al chico lo mataron a dos cuadras de casa una tarde. Al otro día, las nenas vinieron asustadas a casa porque habían visto un arma cerca de la parada del colectivo. El más grande de los chicos fue a buscarla y cuando la vio mi marido, llamó inmediatamente a la Policía. Nunca fue el chico condenado por el homicidio a mi casa a dejarla. La encontraron en la parada”, afirmó.
Las diferencias entre vecinas es de vieja data. Incluso, Zapata tiene una denuncia de Román en la Justicia por intento de homicidio, dado que asegura que más de una vez le “tiró” el auto encima a los chicos.
“Esto no va a quedar así, porque no puede ensuciar a mis hijos impunemente. Y quiero decirles que pese a todas las cosas que digan, nosotros vamos a seguir trabajando, por nosotros y por el Viandero, porque queremos vivir mejor sin tener que dar un voto a cambio”, concluyó.