Viene Talleres. Eso genera, sin dudarlo, un entusiasmo diferente en esta ciudad “del interior del interior” donde los duelos contra los grandes de la capital apenas quedan grabados en fotos en blanco y negro.
Viene Talleres y hay convulsión en aquellos hinchas que pocas veces tienen la posibilidad de viajar a Córdoba para verlo.
La insistente demanda de entradas por parte de los simpatizantes de la región también señala esa euforia que genera la llegada de un club tan mítico, tan fiel exponente de lo que Córdoba pudo conseguir en materia de fútbol.
Pero detrás de lo que significa la llegada de un equipo muy popular a la ciudad, hay otra visita ilustre que para los simpatizantes de Alumni no pasará desapercibida.
Héctor Arzubialde, el padre de aquella criatura fortinera de 2006 que logró el histórico ascenso a la tercera categoría del fútbol argentino, por primera vez será un rival en Plaza Ocampo, acunando sensaciones extrañas.
“Esto es especial de verdad”, reconoció ayer Héctor, quien continúa con su hermano Alberto, el “Laucha”, compartiendo un equipo de trabajo que dejó una huella imborrable en Villa María.
Es que no sólo el ascenso fue el punto relevante de los Arzubialde por estas tierras, sino también la mejor campaña de Alumni en el Argentino A, la inolvidable colaboración para formar, en el Campus de la Universidad Nacional, nuevos directores técnicos para la ciudad y la muestra cabal de grandeza desde la humildad, reafirmando el aspecto humano por sobre las miserias que suelen aparecer en el ambiente del fútbol.
“Estábamos entrando a Villa María y entramos también en la nostalgia, por los lugares donde uno ha pasado tantas veces”, contó el entrenador, en diálogo con EL DIARIO, mientras merendaba en el mismo hotel donde supo concentrar con el plantel de Alumni.
También afirmó que si los hinchas -como se especula- lo aclaman desde las tribunas, se acercará a saludarlos con el cariño del recuerdo. Tamaño gesto se percibe pocas veces. Pero Arzubialde lo hace porque sólo cambió de equipo, no de manera de manejarse en la vida.
Sucede que ahora sueña en el club de sus amores, donde nació. Y además trabaja para dar ese salto de calidad que él siempre anhela para todos los equipos de Córdoba. De hecho, una noche supo asistir a una cena en la ciudad con la portátil en la mano porque no quería dejar de saber cómo le iba a Instituto en un partido importante.
Es por ello que pocas veces se lo encuentra desinformado. Es un fanático bien entendido del fútbol, su pasión y su vida. Y porque no anda consolidando su ego por todas partes, quizás pocos saben de su obsesión por seguir perfeccionándose cada día, esa obsesión que lo llevó a viajar a Europa después de dirigir a Gimnasia de Jujuy, con el objetivo de efectuar un curso internacional de entrenadores.
En Talleres, donde muchos técnicos “de afuera” hicieron desastres, entendieron que este tipo de Alta Gracia no estaba por debajo del resto, al contrario.
Hoy el club cordobés es el más goleador del torneo, marcha puntero y mantiene a sus hinchas ilusionados con el ascenso, mientras su técnico, sin medias tintas, se encarga de asumir su compromiso como el primero que quiere subir de categoría.
Enorme desafío le toca hoy al fútbol villamariense, enfrentar a un rival de semejante calibre.

A saber

En materia de seguridad, habrá que tener en cuenta algunos datos para el partido de hoy, entre Alumni y Talleres.
Cerca de las 19, la Policía comenzará a cortar las calles adyacentes a Plaza Ocampo.
Los simpatizantes de Alumni deberán ingresar por calle Sabattini, donde habrá dos accesos, uno para la tribuna popular y cemento (por donde también deberá entrar la prensa), cerca del ex Aserradero, y otro para la tribuna techada.
Los hinchas de Talleres (alrededor de 1.100) se trasladarán por calle San Juan, pero el acceso principal será por la esquina San Juan y Sabattini, por donde ingresará el grueso de la parcialidad.
Mientras, otros 300 simpatizantes cordobeses entrarán por calle Sabattini, pero en el acceso cercano a la esquina mencionada.