María José Palma (foto) es la propietaria del único sex shop que tiene Villa María. Lo abrió hace tres años porque quería ofrecer “algo distinto”. EL DIARIO la buscó para tratar de conocer el comportamiento sexual de los villamarienses, a quienes ella definió como “conservadores en su ciudad”.
“La gente por lo general es conservadora pero sólo en su ciudad. Los que viven aquí van a comprar artículos a otra ciudad, y acá vienen personas de Buenos Aires, de Córdoba... Hay mucha timidez”, dice la joven.
“Antes de esto vendía flores. Siempre digo que vendo felicidad: antes ofreciendo una flor para momentos especiales, y ahora con otro tipo de regalos, para un aniversario, un cumpleaños, una noche de bodas”, confiesa.
“Muchos vienen a comprar productos para regalar, y otros para implementar nuevas cosas en una pareja que lleva diez, quince años de casados”, revela.
“Están cansados de la rutina entonces quieren algo nuevo. Tal el caso de parejas de varios años, con hijos grandes que se van del hogar para estudiar y entonces ellos vuelven a ser ‘novios’”, expone María José ante las preguntas de este matutino.
La clientela es amplia, y va de los 19 años a los 65. El grueso está conformado por las personas de 30 años a 60.
“Los de 20 a 30 vienen para comprar, por ejemplo, gel, porque quieren experimentar algo diferente. Con la aparición de Alessandra Rampolla en la televisión, las mujeres se animan a más. Buscan mayor información, preguntan qué le puede gustar a la pareja, se interesan por libros de sexo, por trajecitos eróticos y demás. Los trajes se usan mucho en noches de boda”, precisa. Sobresalen, para esas ocasiones, los trajes de enfermera, policía o bebota. Y hay de todos los talles.
“También se demanda bastante la lencería masculina. Ellas regalan, con figuras raras o trompitas”, detalla.
Entre las curiosidades, se puede apuntar la buena venta de un comprimido natural que “disminuye el estrés”. “Agota demasiado a las personas y ocasiona problemas en la vida de pareja, por eso acuden a estos comprimidos”, cuenta Palma.

Pruritos

La joven comerciante confiesa que la gente se inhibe cuando ingresa al local (situado en el Paseo de la Villa) y la ve detrás del mostrador. “Creo que a los hombres les da vergüenza que los atienda una mujer y las chicas temen que las atienda un hombre”, considera. “Luego van entrando en confianza, aunque siempre tienen pudor de que los vean aquí o de salir con la bolsa del local, que no tiene logo para evitar inhibiciones”.
Por esos pruritos, muchos se manejan vía correo electrónico, por chat o por mensajes de texto de celular.
Claramente, hay muchos prejuicios en torno a un comercio de este tipo. “Está relacionado con la noche, la joda, el cabaret. Y en realidad, lo enfoco sobre todo para el lado de la pareja. Antes era un tabú, se lo veía como un local para ‘degenerados’. No es así. Aquí se consigue información para la pareja, para tener una vida más saludable en cuanto al sexo, para romper con la rutina”, sostiene.
“Cada vez vienen más parejas, buscando reavivar la llama de la pasión, evitar la rutina”, resalta.
Otros datos: - Sólo el 3% de la clientela es homosexual. - En las despedidas de soltera hay mucho cotillón erótico.