Escribe: Juan Manuel Gorno

Se acordó de ganar, que no es poco, y lo hizo en el partido más importante para su gente, justo ante el puntero de la Zona 2, Talleres de Córdoba, que llegaba por primera vez a Plaza Ocampo, convulsionando una jornada futbolera para guardar en la memoria.
El 3 a 2 final que se plasmó en un estadio repleto desató una fiesta que hacía años no se disfrutaba en la ciudad cuando de fútbol se trata. Y además, coronó la figura del delantero Leonardo Abálsamo, autor de los tres goles de la victoria.
El ex Maipú será recordado por siempre a partir de semejante registro, aunque sería injusto recalcar sólo su figura porque Alumni todo jugó un partido formidable, digno de esos enérgicos aplausos que brindaron los simpatizantes, muchos con lágrimas en los ojos.
Por la calidad del rival (el más popular y encumbrado de la categoría). Por el marco de público. Por la necesidad de debutar bien como local en el año. Y porque había que sumar imperiosamente tras los resultados ajenos que no ayudaban... En realidad, por muchas cosas debía ganar Alumni, entonces emocionó al hincha el compromiso de sus jugadores, que batallaron para jugar y sortearon un escollo que para muchos es imposible sortear.
Gran mérito tuvo también el técnico Víctor Riggio, quien sorprendió con Diego Manicero como delantero neto y no como enlace.
Talleres, acostumbrado a tomar siempre el protagonismo, se vio desbordado por la velocidad del ex Lanús, que aportó genialidades por izquierda y mantuvo en vilo a toda la defensa rival.
A todo esto, mientras Nahuel Caler absorbía con la marcación personal al enganche Agustín Díaz, Sergio Zanabria se ocupaba de manejar los hilos en el mediocampo y Matías Bolatti proponía un cambio de ritmo con precisión desde la derecha.
Precisamente, Bolatti generó la primera acción para la presencia intimidante de Abálsamo, quien recibió un pase milimétrico y estuvo cerca de anotar el primer gol a los 16 minutos, pero su definición por encima del arquero Federico Crivelli fue frustrada sobre la línea por Walter Ribonetto.
El arquero de Talleres luego desvió un remate de Manicero y allí quedó certificado que Alumni podía hacer daño.
Es que al conjunto dirigido por Héctor Arzubialde le costó hacer pie en la "Placita" y apenas pudo inquietar en jugadas con pelota detenida, como se dio con un cabezazo de Juan Pablo Rezzónico que terminó en las manos del arquero Jonathan Scalzo.
Totalmente diferente era la búsqueda de Alumni, de tal manera que antes de comenzar su noche goleadora, Abálsamo volvió a llamar la atención con un cabezazo desviado, luego de un cambio de frente de Manicero para Carlos Herrera.


Gol y partidazo

Cuando parecía que Alumni empezaba a lamentarse por los goles marrados, Manicero frotó la lámpara y, mediante un contragolpe, metió un pase tremendo desde 35 metros que Abálsamo terminó como buen goleador: la bajó con el pecho, se la llevó tranquilo y resolvió bien ante la salida de Crivelli.
De ahí en adelante, el partido fue más partidazo.
En el inicio del segundo tiempo, Arzubialde buscó un mayor peso ofensivo con el ingreso de Ignacio Anívole, pero Alumni arrebató con otra unión de sus delanteros: Manicero, indescifrable, encaró por la izquierda y envió el centro pasado; Herrera la corrigió para el medio y Abálsamo volvió a embocarla.
Entonces, Arzubialde no dudó en poner a su nueva figura, Cristian Zárate, quien apenas pisó la cancha sacó un tiro libre furioso que terminó, tras el doble rebote, en el descuento convertido por Lisandro Sacripanti.
La fiesta fortinera estuvo en duda cuando Zárate envió otro tiro libre que hizo revolcar a Scalzo y, luego, Sacripanti metió un cabezazo que se perdió por encima del travesaño.
De todas maneras, lo de Talleres fue sólo un lapso.
El ingreso de Luciano De Bruno para cuidar la pelota no hizo extrañar tanto a Manicero y Alumni volvió a adueñarse del partido, generando situaciones propicias para marcar. No obstante, dos veces no pudo "Falucho" Herrera y, tras un incidente por la desaparición de las pelotas, el equipo de Riggio llegó al tercero: Leonardo López (remplazante del propio Herrera), envió un pase alto para el ingreso de Ariel Mascambroni, quien la metió al área chica; Juan Aballay, de frente a Crivelli, no supo despejar y... ¿Quién estaba detrás? Abálsamo. Y a cobrar.
Un golazo de tiro libre de Zárate, sobre el final, hizo peligrar la ilusión fortinera. Sin embargo, Alumni fue puro sacrificio, se afianzó bien en el fondo y terminó el partido con el corazón en la mano, antes de los abrazos efusivos de la ocasión especial.
Al grito de "chau Talleres/chau Talleres", los simpatizantes locales exponían en las tribunas una verdadera fiebre de sábado por la noche.
Ganar así ameritaba un desenlace semejante. Un cierre de película para una victoria épica, de esas que refuerzan que el fútbol en Villa María no debería agonizar jamás.


Claves

• Alumni fue más agresivo con sus tres atacantes, pero además, entendió mejor el juego desde la posesión de la pelota, donde fue importante la sapiencia de Sergio Zanabria y la versatilidad de Matías Bolatti.

• Talleres se sintió incómodo con las dimensiones del terreno y tampoco supo acompañar, en el primer tiempo, al desahuciado Agustín Díaz, quien fue presa fácil para Nahuel Caler.

• La noche goleadora de Abálsamo resultó fundamental para marcar cuando Talleres pretendía crecer.

• El ingreso de Cristian Zárate le dio una tónica diferente al ataque de la "T". Sin embargo, la última línea de Alumni se bancó bien a los tanques del equipo visitante.

• Talleres se notó desesperado en el complemento y careció de la precisión que lo llevó a ganar tantos partidos.