Escribe:
Juan Manuel Gorno

“Mirá si estos tipos hubiesen llegado antes”. La frase de un hincha de Alumni, al salir del estadio el domingo por la noche, sintetizaba la satisfacción por la victoria y el rendimiento de los nuevos refuerzos que tiene el plantel, además de expresar esa sensación de fastidio por lo mal que se hicieron las cosas en el armado del equipo para la temporada.
A fin de cuentas, parece que este Alumni es otro que aquél que cayó a la última posición en 2010, entrando en una zona complicada para la permanencia del equipo en la tercera categoría del fútbol argentino.
La impronta del “Tano” Riggio, quien trabaja con más tiempo y con un mayor conocimiento de sus dirigidos, tuvo la inclusión de cuatro jugadores de jerarquía, esos de los que necesitaba el equipo desde hace tiempo.
Sin ir más lejos, con sólo decir que el centrodelantero nuevo, Leonardo Abálsamo, metió más goles en dos partidos que los otros refuerzos (Emiliano Romay y Francisco Paravano) en más del triple de presentaciones, entraremos en una realidad insoslayable que cambia el panorama.
Arrancar con una racha de goles y embocar tres veces en el debut del equipo como local es fundamental para cualquier atacante de las características de Abálsamo.
“Ahora nos van a respetar más”, indicó con acierto el enganche Luciano De Bruno, el único de los refuerzos que no entró de titular, pero que exhibió su jerarquía cuando salió a la cancha, pidió la pelota y se mostró con ganas, que es importante.
Será el ex Talleres otra pieza decisiva para que Alumni tenga la categoría de equipo necesaria para esta divisional.
No obstante, al técnico no le hizo falta mandar a De Bruno de titular en el duelo del domingo. Le alcanzó en el medio con la distribución de pelota que tuvo Sergio Zanabria, otro de los refuerzos que se destacó en Plaza Ocampo.
El ex Instituto y Atlético Rafaela fue un motorcito en el medio y demostró que los años en el fútbol te hacen manejar ciertas situaciones que a veces los pibes no pueden sobrellevar, sobre todo en el sentido de ubicación en la cancha.
Algo parecido tiene el cuarto refuerzo: Renato Riggio, quien se mostró ordenado y, aunque parece que no está físicamente pleno para jugar los 90 minutos, sabe al pie de la letra cómo jugar estos partidos donde la personalidad vale oro.
En síntesis, los nuevos jugadores de Alumni parecen entender las obligaciones y necesidades del momento. Pero más allá de las caras inéditas, que recibieron el visto bueno de los alegres simpatizantes del domingo, hay otros aspectos del equipo que pintan una perspectiva diferente con respecto al 2010.
La versión nueva de Diego Manicero, tratando de recuperar el nivel que lo llevó a ser campeón con Lanús y a jugar en Racing de Avellaneda, invita a la esperanza.
El propio “Mani”, en diálogo con EL DIARIO, dijo antes de reanudar la competencia en 2011 que se sentía mejor en el aspecto físico después de la pretemporada.
Lógicamente, le hacía falta incorporarse más entero al ritmo de competencia y recuperar la confianza.
Así, mientras los jugadores de experiencia se enchufan como quiere la gente, los más jóvenes se sienten más seguros y suben su nivel. Se nota, por ejemplo, en el volante Matías Bolatti o el defensor Fernando Maldonado.
A su vez, Gastón Molina sigue parejo en su rendimiento, siempre firme en el fondo. Y no hay que olvidar que el domingo faltó Román Strada, una figura “diferente” en el equipo villamariense.
Todo este panorama consolida la ilusión por salir del fondo y empezar a pensar en otra historia, porque Alumni ahora sí tiene material para conversar en serio.
La clave será que todos jueguen con el mismo compromiso del domingo, sabiendo que las fechas que vienen también son finales. Apelar a la humildad (tanto el plantel y el cuerpo técnico como la dirigencia), respetando a quienes sufren desde hace años por las malas campañas, trabajar a destajo y seguir con actitud firme dentro de los límites del campo de juego, llevará a seguir acumulando satisfacciones.
El partido ante Talleres dejó un gran recuerdo en los hinchas, pero el desafío de Alumni debe ser seguir sumando. Recién lleva tres victorias en el campeonato, ahora vienen tres partidos fuera de casa (en San Juan, Mendoza y Río Cuarto) y, en consecuencia, hay que seguir alimentando el romance con la felicidad.