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Conrado posa con el “charankel” |
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Conrado Vassia espera a este cronista sentado en el pequeño patio delantero de su casa, ubicada en una de las calles más tranquilas del barrio San Antonio de Villa Nueva.
El joven y multifacético artista toma mate apoyado en la fachada de la vivienda pintada de un color verde claro que años atrás sirviera de estancia y refugio de transhumantes, cultores del hippismo y de la vida naturista.
"En un momento éramos como diez o doce viviendo juntos, con niños y todo. Esa época estuvo buena pero ahora necesitamos más tranquilidad y silencio para la reflexión", acota Conrado sobre aquella experiencia comunitaria.
El músico, que convive con su pareja y acróbata Raquel Vargas, lleva adelante diferentes proyectos artísticos que en su mayoría comienzan a gestarse en el seno del hogar. Esta entrevista se desarrolló en una sala de estar, rodeada de una veintena de instrumentos antiguos y de diferentes procedencias.
"Hace tiempo, con Raquel, empezamos a investigar sobre la música precolombina, hindú y africana hasta terminamos construyendo la primera quena", comenta. Entre los artículos más exóticos se cuentan calimbas africanas, flautas americanas y japonesas y un "gopichand", un instrumento hindú muy antiguo, confeccionado con cuerdas, cañas y una base de eucalipto. Además se halla una pieza de cuarzo, pedida especialmente a Estados Unidos, que se utiliza usualmente para músico-terapia. Rozando la circunferencia de su cavidad, comienza a reverberar un sonido cuasi mántrico.
Vale recordar que Vassia participó un par de años atrás del Ensamble Músicas del Mundo, el colectivo de músicos y estudiantes de la UNVM dirigidos por Esteban Valdivia, que llegara a actuar con instrumentos ancestrales en Córdoba y en el auditórium Astor Piazzolla de Mar del Plata.
Música y circo
Siempre atento a estimular su curiosidad experimental, el artista viene desarrollando propuestas de las más disímiles. Junto a su compañera -como llama a su pareja- plasma espectáculos bajo la denominación Artes Circulares, con show de telas y malabares. "La destreza con esferas deviene de las culturas antiguas, relacionando las figuras geométricas del universo -la microcósmica- con su vínculo con el cuerpo", precisa didácticamente.
En tanto, con Lucas Destéfanis y Matías Sánchez ha brindado funciones para niños y jóvenes, los sábados en la costanera, en el marco del ciclo "El circo de Don Atilio" auspiciado por el municipio. Con el escritor y músico Matías Atencio está profundizando en la investigación sobre música gitana y balcánica y junto a Fer Mercadal (ex Macroporno, hoy Nauseabundos) ha hecho lo propio en los sonidos electrónicos. "Es un proyecto electro-étnico con instrumentos acústicos y circense", indica sobre la propuesta que fuera presentada semanas atrás en el patio de BauHaus. Asimismo, ha abordado en forma autodidacta la ejecución y lectura de música clásica y con la actriz Fernanda Laudencia está preparando un espectáculo de teatro ritual para una tesis de grado. "Para mí la música es como un puente, es una forma de comunicación, de escuchar al otro. La música como lenguaje debe incluir entrega, libertad y sensibilidad, ser receptivo y dar", subraya como declaración de principios.
Los sonidos y la Naturaleza
Conrado, fiel a su cosmovisión, encuentra conexión entre la música y los cuatro elementos del universo (fuego, agua, tierra y aire), plasmados en ritmos y estilos. "Si el ritmo es frenético es fuego, si es más tranquilo es agua y así", comenta.
Su meta, que trasciende lo meramente artístico, es promover un cambio de conciencia en los públicos, "buscando el equilibrio y armonizarse con la Tierra". "La tecnología acostumbró al hombre a una frecuencia del sonido, al de las máquinas. Pero hay que volver a la Naturaleza emular sus sonidos. Relacionarse con el cosmos y la Naturaleza. Atender a la filosofía antigua que predicaba compartir conocimientos y tenía precaución ante la prosperidad material porque sabía que podía dañar nuestra casa que es el mundo. Debemos ir del esplendor de lo material hacia las cosas más profundas", añadió.
Prueba de tal compromiso, Conrado y Raquel brindaron años atrás en su casa un taller integral a niños donde se enseñaba tai chi, pintura, malabares y música. "Los chicos tienen pureza y mayor percepción a lo mágico", recuerda.
Charangueando en Bolivia
Gracias a sus habilidades, Conrado suele recibir invitaciones a diferentes eventos y actuaciones en el país y en el continente. Años atrás participó de un encuentro multicultural en Goias, Brasil, como así también pudo presentarse junto a la cantante indígena Micaela Chaurque (invitada habitual de Divididos) y Claudia Puyó en Capilla del Monte.
Pero la propuesta más interesante pudo concretarla a mediados del año pasado, cuando formó parte de la fiesta conocida como la "Orquesta de los 1.500 charangos", en Cochabamba, Bolivia, en el marco de la fiesta del Bicentenario del país vecino y con el presidente Evo Morales como espectador. Hacia allí viajó Vassia, munido de libros que le cediera el municipio local -la que colaborara con el traslado- y un charango más que especial: se trata de una variedad, de dos mástiles unidos y doce cuerdas del que sólo existen dos en todo el mundo. "Se llama charankel en homenaje a los indígenas y fue creado por José Luis Fino, un diseñador bellvillense que ahora vive en General Deheza. El otro instrumento que hizo -a pedido con un luthier de Buenos Aires- está en Japón", añadió. Conrado, debido a lo inusual del instrumento, participó de la festividad -donde los 1.500 músicos interpretaron juntos siete temas tradicionales- y además asistió a programas televisivos junto a referentes locales como Félix Capriles. Asimismo, el "charankel" fue bautizado por Ernesto Cavour, el veterano concertista y compositor que tiene un museo exclusivo de charangos en La Paz.
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