René Ramírez era un hombre relativamente sano hasta que una afección hizo que le amputaran una pierna. Además de la dificultad que le genera la falta de un miembro, tiene inconvenientes para comunicarse oralmente -por el mismo problema de salud- y no tiene movilidad en el brazo derecho.
Como puede, se traslada desde el Hogar de Ancianos, donde vive, con su silla de ruedas, la que empuja con su única mano útil.
Así va al hospital Pasteur a realizarse la rehabilitación, donde los médicos que lo asisten certificaron que necesita alguien que lo acompañe a Córdoba, a la Ortopedia del Sol, donde tiene la prótesis que le proveyó el sistema público de salud.
“Se solicita ser trasladado por un profesional del hogar para su rehabilitación”, indica el informe médico que René Ramírez mostró ayer a un cronista de EL DIARIO, adonde vino a pedir ayuda para su problema.
La prótesis está lista para él desde octubre de 2010, pero no se la pueden enviar si no se la miden antes, para realizarle todos los ajustes necesarios. Según explicó, en el Hogar le dijeron que no hay quién lo acompañe.
Si bien su problema de salud no acabará con la prótesis, seguramente le dará más independencia para poder movilizarse con menos dificultad, algo casi indispensable para un hombre solo que vive en el Hogar de Ancianos.
Un profesional y una ambulancia o un vehículo para poder llegar a Córdoba y así poder contar con su prótesis y mejorar su calidad de vida. ¿Será mucho pedir para un hombre pobre?