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7 de Febrero de 2011
Clama por ayuda para ella y sus hijos de 9 meses y 9 años
Dramática carta de una mujer maltratada
Recurrió a EL DIARIO para dar a conocer su situación y escribió la siguiente carta, fechada el 3 de febrero último, bajo el título: “A quien corresponda y me pueda escuchar”
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“Hace casi cuatro años me junté con mi ahora ex pareja. Yo ya tenía un hijo, hoy de 9 años, de una relación anterior.
Al principio todo iba bien. Eramos una verdadera familia.
Al cabo de un tiempo las cosas, de a poco, comenzaron a cambiar. El tomaba y empezó a tornarse violento, a tal punto que el 21 de diciembre de 2009 (hace un año y dos meses) lo denuncié por golpes y amenazas.
El me juró que iba a cambiar. De miles de formas me pidió perdón y yo, que aún lo amaba, le creí, lo perdoné, retiré la denuncia y volvimos a reintentar la relación.
Durante todo este tiempo fueron idas y vueltas normales.
El 15 de abril del año pasado nació nuestra hija que hoy tiene nueve meses y todo cambió... y peor que aquella primera vez.
Todo se volvió un verdadero infierno. Volvieron los golpes, maltratos físico y psicológico, ya no sólo a mí, sino que se extendió a mis hijos. Llegó a decir que no le importaba ni su propia hija.
Al principio me callé por miedo (por) terror. Mi hija era también suya y me amenazaba con quitármela. El pánico me paralizaba (sólo pensar) que pudiera quitármela y que quede solita con alguien tan violento. Al menos yo, estando a su lado, no dejaría que la golpee nunca.
Esto cambió el día que golpeó a mi hijo de 9 años. Es más, llegó a amenazarlo con un machete. Incluso a su propia hija le hacía faltar la leche, los pañales, todo.
Estaba claro que a las palabras de perdón, de promesas de cambio y de amor, se las había llevado el viento o, mejor dicho, el alcohol.
La última vez que hubo un golpe decidí que sería la última en verdad. Me propuse no escuchar ni creer más en sus palabras. Cerré los ojos, tomé coraje, lo dejé y me fui con mis hijos a la casa que tienen mis padres en un primer piso de un monoblock en barrio Los Olmos, que está desocupado.
La Policía me aseguró que él ya no se acercaría a nosotros pues (según) yo estaba convencida, tenía una orden de restricción.
Sin embargo, cuando se emborrachaba solía volver a golpear la puerta de mi casa a la madrugada.
Yo, adentro, aterrada no contestaba, me abrazaba a mis hijos y nos quedábamos en silencio a esperar que se vaya. Una vez estaba tan borracho que se quedó dormido en la puerta y un vecino mío se encargó de echarlo.
En la Comisaría de la Mujer y la UR8 me decían, cada vez que les iba a contar que él se seguía acercando, que la denuncia estaba hecha (al igual que) la orden de restricción pedida a Tribunales. Que no me iba a pasar nada, que me quedara tranquila.
¿Tranquila?... Pero si él venía borracho a golpearme la puerta.
¿Qué le iba a impedir llegar hasta nosotros si en ese estado un día nos encontrara en la calle?
Llegué a preguntarme: ¿será que la Policía ya no me escucha por aquella vez que le creía a mi ex pareja que iba a cambiar y lo perdoné retirando la denuncia?
¿El precio por aquel error es que hoy ya nadie me ayude?
El sábado por la noche (se refiere al último sábado de enero pasado) nos invitó a cenar a mis hijos y a mí el padrino de mi beba que vive enfrente de mi casa, mejor dicho, la de mis padres que yo, en ese momento, ocupaba.
Cerca de las 2.30 de la madrugada oímos gritos y reconocimos la voz de mi ex pareja que gritaba mi nombre y propinaba insultos.
Al espiar desde la casa donde nos habían invitado, lo vimos a las patadas contra la puerta de mi casa. Ninguno nos animamos a salir... llamamos a la Policía.
Pero al llegar (la patrulla policial) él ya había roto la puerta a patadas abriéndola y, al ver que no había nadie, se había ido.
La Policía vio lo que había hecho y le supliqué que lo busquen y lo detengan. Le pedí ‘por favor’ porque iba a volver a buscarnos, que estaba visto que nada le importaba...
...y es horrible el sentimiento de miedo, angustia e impotencia cuando la Policía volvió a contestar, frente a mi puerta forzada, que ‘la denuncia ya estaba hecha y no podían hacer nada más’.
Dicho esto, la Policía se retiró y yo, a las 3 de la mañana, me fui a la Comisaría de la Mujer a buscar respuestas. Por cierto, fue lo mismo.
Al llegar de la Comisaría (de la Mujer), levanto la vista al pasar frente a mi casa y veo humo y llamas saliendo por todos lados. Empecé a gritar que llamen a los Bomberos... a todo esto ya eran como las 4 de la mañana.
Un par de testigos que lo habían visto subir a mi casa 20 minutos después de haberme ido a la Comisaría y, al rato, lo vieron bajar e irse tranquilamente en bicicleta.
Los Bomberos llegaron 40 minutos después de llamarlos y ya no había más nada por hacer. El fuego había consumido todo.
Fue tal su desprecio y hasta odio por su propia hija que levantó todos sus juguetitos que estaban en el comedor, sus ropitas, el andador, los pañales, todo, los puso en la cuna y el corralito y les prendió fuego, tomando las llamas toda la pieza y, después, arrasando con todo lo demás a su paso.
Nos dejó con lo puesto a mis hijos y a mí. Nada hay para rescatar. Ni un techo donde resguardarme me quedó. Sólo podía temblar y llorar mientras esperaba a los Bomberos, parada en la puerta de casa viendo cómo se consumió todo.
No me quedaron ni los DNI, hasta los papeles y la tarjeta para cobrar la asignación de mis hijos. Lo perdí todo.
La casa de mis padres, donde me crié, está reducida a paredes agrietadas, completamente inhabitable.
(Pido) perdón a mis vecinos a quienes también los afectó el fuego dañando sus propiedades. Es un verdadero desastre.
Hoy 3 de febrero (día en que fechó la presente carta entregada a EL DIARIO), fui a Tribunales. Me confirmaron que mi ex pareja estaba preso. Lo detuvieron, sí, pero recién después de haberme prendido fuego todo.
(Me dijeron) que le harían pericias psiquiátricas, pero que igualmente podría quedar en libertad a partir del próximo lunes 7 (por hoy).
También me enteré allí que la orden de restricción, que estaba segura se hallaba en Tribunales porque así me lo habían dicho en la Comisaría, nunca le habían dado curso porque al señor fiscal no le parecía algo tan grave.
¿Qué es para él hacer algo grave?
No quiero ser una más en las estadísticas. Todos los días veo en las noticias mujeres muertas a manos de sus parejas que, al igual que yo, ya habían hecho las denuncias y, sin embargo, nadie pareció escucharlas hasta el día que fueron noticia por estar muertas.
¡No quiero ser una de ellas!...
¡Por favor, ayuda!...
Diarios, radios, televisión piden que las mujeres maltratadas no nos quedemos calladas y pidamos ayuda...
¿A quién se le pide ayuda cuando nadie te escucha?
¿Adónde voy si la Policía me dice que al hacer una denuncia no puede hacer nada más que eso y delegan el problema al fiscal?
¿A quién le pido ayuda si el fiscal decide que lo mío no es grave, aún con testigos que declararon haber visto a mi ex pareja hacer todo ese desastre y, como si lo premiaran, lo sueltan a la calle?
¿Cómo salgo a buscar un trabajo sin miedo a cruzarlo?
¿Cómo hago para acostarme a dormir con mis hijos sabiendo que, al estar suelto, averigua donde estamos y nos viene a buscar?
¿Quién va a querer darme empleo con mi historia sabiendo que este sujeto en cualquier momento se puede presentar?
¡Le pido al fiscal o a quien pueda escucharme y hacer algo por mis hijos y por mí que, por favor, no lo dejen libre!
¡Nos va a buscar a donde sea y nos va a matar!
¡No es un juego, no es una exageración. Ayúdenme, es la verdad!
¡Por favor, a la Justicia, le pido que me escuche y actúe!
Agradezco a todos los que me están dando una mano con las cosas que juntaron para mis hijitos. No doy nombres para resguardarlos y comprendo. Para nada me enojo por aquellos que no se animan a ayudarme. Los comprendo. También tienen familia que proteger y es entendible que este sujeto quiera agarrárselas con quienes me ayudaron dentro de mi entorno y que él conoce. No sé hasta dónde llegaría su locura.
Agradezco a todos los que puedan darme una mano con ropa para mis hijos (un varón de 9 años y una beba de 9 meses).
Pido que mi nombre y dirección no se publiquen para resguardar a mis hijos. Dejen su ayuda aquí, por favor... si pueden.”

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