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Portada del libro |
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"Esta mujer - La utopía posible", el libro de Juan Montes editado por Eduvim, será presentado este miércoles a las 19 en la Sala Jorge Luis Borges de la Biblioteca Nacional.
Pertenece a la Colección Debates de la editora de la Universidad Nacional de Villa María, que dirige Carlos Gazzera.
Está prologado por el diputado provincial bonaerense del Frente para la Victoria y referente del Movimiento Evita, Fernando "Chino" Navarro, y por el rector de la casa de estudios, Martín Gill.
El autor se ha desempeñado años atrás como periodista de EL DIARIO. Es también actor, escritor, docente y comerciante.
Según se anticipó a través de Eduvim, en uno de los párrafos, Montes expresa que "sólo teniendo en cuenta estos antecedentes pueden analizarse y comprenderse algunos gestos y decisiones políticas de la actualidad: Cristina recibe un país recuperado económica, social y políticamente pero a su vez hereda la conflictividad y es ella quien profundiza la idea de conflicto como motor de avance. Cristina llegó a la Presidencia con un contexto mucho más complejo que el de su marido. Cuando Kirchner asumió el Gobierno de 2003 el país había tocado fondo. En todos los sentidos, porque la debacle no había sido sólo económica, sino política, social, cultural. Se había producido un vacío de valores y se habitaba un pensamiento anárquico. Aquellos que quieran hacer memoria encontrarán a vastos sectores marginados buscando comida en los basurales, revivirán las escalofriantes escenas donde los sistemas de salud hacían lisa y llanamente abandono de personas, con prepagas corruptas y hospitales públicos en derrumbe estructural, repasarán las hojas amarillas de los periódicos que daban cuenta de la indignidad de los sobornos, la corrupción y el desparpajo de la dirigencia política, comprobarán la inescrupulosidad de las operaciones del mercado por sobre los gobiernos generando corridas financieras, remates de campos y viviendas, se estremecerán al revivir protestas sociales controladas a latigazos, a represión, a muerte. No era fácil salir de aquel encierro pero no había tampoco alternativas. Del fondo se sale hacia arriba, no hay otra escapatoria. De aquella convulsión a esta estabilidad, es difícil comprender el odio. Lo que, seguramente, no le pueden perdonar a Kirchner es que haya invertido las prioridades, es que haya gobernado a partir del sentido común, desde la premisa de que en las catástrofes, los niños, los ancianos y las mujeres se deben salvar primero. Y llegó Cristina. Y pidió la palabra. Una cosa es levantar un país de entre las ruinas y otro sostenerlo en pie. En las catástrofes los hombres se sensibilizan. Se producen acercamientos, se diluyen las distancias de los conflictos y pasan a un segundo plano los intereses sectoriales. Se despierta un criterio solidario en pos de soluciones heroicas. Se sostiene al héroe. Se lo sostiene aún con sus errores y sus debilidades, hasta lograr un espacio de bienestar, de estabilidad y de esperanzas. Pero Argentina es un país curioso y cuando se sale de la catástrofe aparece el olvido. Y con el olvido se recupera el presente. Entonces las distancias se miden desde otras perspectivas. Desaparece el estado de sensibilidad y emerge el hombre con sus mezquindades sectoriales, con sus miserias. Se renuevan los distanciamientos, se acercan los conflictos y pasan a un segundo plano los intereses colectivos. Se exigen soluciones equivalentes al estatus de cada persona, grupo o sector. Se niega al héroe. Se lo acorrala aún con sus aciertos y sus fortalezas hasta lograr un espacio donde pueda madurar nuevamente la próxima catástrofe. Cristina Fernández tuvo que asumir la responsabilidad de sostener un país que se había puesto de pie, que es más complejo que apagar el fuego, aunque este provenga del infierno. Tuvo que hacerse cargo de mantener la luz de ese sol de la primavera camporista que encendió junto a su esposo, y hacerlo en un escenario adverso, porque las fuerzas sociales habían recuperado su capacidad de reacción. Los partidos políticos, los mismos partidos y prácticamente los mismos dirigentes que habían fracasado en sus gestiones y llevado al país a oscuridades inconmensurables, como cuando en las competencias de natación los deportistas sacan la cabeza a la superficie para tomar aire, habían recuperado su vigorosidad y su ambición de poder, y en esa remake trazaban un círculo vicioso donde impedir que se hicieran las cosas pero sin proponer cosas a cambio. Las corporaciones, las mismas corporaciones que habían conspirado por sobre los gobiernos hasta enterrarlos en fuegos inmorales, se erguían nuevamente como espectros en ese entramado complejo de la fragilidad del colectivo argentino".
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