Hace 35 años mi hermana Martha y su familia (Juan Carlos Busso, su marido; Juan Carlitos, María Martha, María Laura y Pablo Miguel, sus hijos), llegaban a este rincón del mundo, para establecerse en un bonito y recóndito paraje llamado Tolhuin, en donde ella desarrollaría su labor docente.
Estuvieron junto a un destacamento policial, un aserradero, la hostería y estación de servicio del ACA para, luego de seis años, mudarse a la misma Ushuaia, la más austral, en donde ella es la primera directora de la Escuela Nº 9, mientras su marido desarrollaba actividades en dependencias estatales y sus hijos crecían y estudiaban.
Hasta hace cuatro días, yo era el único miembro de la familia de mi hermana que no había venido de visita. Hoy puedo decir que el tiempo me dio la posibilidad de llegar y nunca es tarde cuando la dicha es buena -sabía decir mi madre- visitante asidua de estas tierras mientras estuvo en vida.
Adjetivos como asombroso, fantástico, deslumbrante, maravilloso, impactante, fascinante... no alcanzan para dimensionar tanta belleza. Es un paisaje sobrecogedor... ¡Dios mío!
La ciudad, que oficialmente cuenta con 80 mil habitantes (se dice que hay más de 125 mil), crece sin un plan de desarrollo urbano; ya no es la meca laboral ni el salvavidas, ya no. Pero mi plan de viaje no incluye esta investigación y sería injusto que haga una crítica en tal sentido. Sólo quiero destacar la enorme potencia natural de esta isla. El turismo internacional invade literalmente este bello lugar a partir de estos días y hasta pasada la Semana Santa. Los vuelos de Aerolíneas, Austral, algunos vuelos charter y desde hace unos días Lan, cubren el recorrido con sus capacidades agotadas. Los rompehielos rusos, alemanes y de otras banderas también hacen su temporada aquí. Los cruceros de 300 metros de eslora bajan sus habitantes. Es un destino turístico único.
Podría llenar páginas, pero prefiero decirles que mañana domingo Ushuaia cumple 116 años de su fundación y el programa dominguero “Cosas Nuestras”, de Radio Centro, desde las 10.30 y hasta las 13, estará llevándoles estas vivencias en directo. Y no es un esfuerzo, es un verdadero placer. Un enorme abrazo para todos los lectores (y oyentes, claro).
Richard Kamienski
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