La verdad es que uno preferiría estar tomando un piriflú con los amigos en una carpa, o intentando seducir a alguna lechucita, de esas tantas que andan revoloteando por las adyacencias del Anfiteatro, en lugar de andar criticando. Pero uno no es de fierro, che, y le dejan la pelota picando en el área chica con el arquero en el suelo. No hay más que empujarla para hacer el gol. Y los que tenemos alma de goleador no podemos dejar pasar la oportunidad de bajar la caña, pelar la stratocaster y no dejar títere con cabeza. Así que hagan cola que hay pa’ todos.
Empezando por el principio, lo primero que uno hace cuando llega a la zona del Anfi es estacionar. Y ahí se encuentra con el amargo trago de que le cobran 10 pesitos si va en auto y cinco pesitos si va en moto. Saladito el aparcamiento pero bueno, uno piensa que con lo que le ha costado comprarse el vehículo, cuotita por cuotita, es mejor gastar pero que esté cuidado. Además, hay que garparle a los muchachos que cuidan, que al fin y al cabo están laburando mientras uno se divierte. Pero el segundo trago de carqueja no tarda en llegar al garguero cuando uno lee en un cartelito que Federación Mercantil -que todo lo que invierte regresa a usted en seguridad- no se hace responsable por daño, hurto y demás calamidades que le puedan pasar a su rodado, incluso, si se lo lleva la grúa, que es de Federación Mercantil. A esta altura, la indignación y la confusión se han apoderado ya de uno. Pero hace mal, estimado usuario, en confundirse e indignarse, aún falta la frutilla del postre: es que a Federación Mercantil la constituyen los mismos integrantes del Centro de Empleados de Comercio, que es un gremio, es decir, que es gente que debería estar acostumbrada a defender los derechos de los más desprotegidos, que somos, en este caso, los perejiles que vamos con el autito y la motito, a estacionar ahí para pasar una noche de solaz.
¡Estamos todos del tomate!
Al mundo le falta un tornillo, que venga un mecánico a ver si lo puede arreglar. Pero por favor, que no sea el mecánico de Federación Mercantil.
Tratando de huir de esa realidad y rogando que no le pase nada a mi motito choppera (pero no anda con mezcla sino con chopp) me fui a intentar comer un choripán con una cocucha.
Amarga es la madera del palo santo, pero más amargo son los 15 morlacos que cuestan un choripán y un vasito de gaseosa de esos chiquitos que usan los dentistas para que te hagás unos buches. O sea, ni para enjuagarte la boca. A esa altura de la noche, ya perdiste el hambre, viejo. Y enculado, aunque no tanto como Los Soñadores, que les habían prometido actuar en horario central y los mandaron a las tres de la matina. A lo mejor, era franja central en hora de Tokio y se olvidaron de darles este detalle. Quevachaché, tendrán que seguir soñando, que para eso son mandados a hacer los flacos (y el gordito también).
Y otro que andaba loco del embole era el Sopa Munch, porque le sacaron el Submarino Amarillo del tradicional puerto donde atracaba años atrás. Y digo esto con cierta nostalgia porque yo también, años atrás, atracaba y ahora hace ya tanto que no, que se me parte el corazón de sólo pensar y empiezo a suspirar como novicia en un bar de strippers.
Así, con las tripas silbando una canción de protesta de Los Olimareños, me fui siguiendo a la multitud que ingresaba al coloso techado. Y ahí escuché que se habían regalado 6 mil (digo seis mil) entradas en Villa María y pueblos de la región...
- ¿Y quién las garpa?
- Cri cri, cri cri cri...
- Y también en el Centro de Jubilados
- Repito la pregunta: ¿Y quién las garpa?
- En este caso, se Suppo que era el PAMI
- ¡Ah..!
Lo que también se supo es que aparentemente se agregaría al escenario Hernán Figueroa Reyes, con la intención de animar y conducir la fiesta, Geo Monteagudo. ¿Quién? Geo Monteagudo... Geo... tierra... ¿Será la representante de la folclórica y autóctona Pachamama, que cada vez tiene menos injerencia en el Festival de Peñas? Vaya uno a saber...