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20 de Febrero de 2011
EL DIARIO en El Chaco - Inauguración del Hospital Pedro Salica de la Fundación Madres de Plaza de Mayo
Crónica de un sueño dentro de un sueño
El guionista, productor y director audiovisual villamariense Javier Morello documentó la obra durante nueve meses y relata el costado humano de su experiencia en la localidad chaqueña de Villa Berthet
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1- Javier Morello (izquierda) y su equipo, en la puerta del Hospital, se aprestan a rodas las últimas escenas del documental. 2- Cristina, Andrea y Rosa, tres obreras y “dueñas” del Hospital fueron capaces de compartir un sueño que hoy es realidad

Villa Berthet es una población de unas doce mil almas, en su mayoría de condición muy humilde, ubicada al oeste de Resistencia. Allí, la Fundación Madres de Plaza de Mayo, a través de su programa Sueños Compartidos, invirtió seis millones de pesos en construir un Hospital de complejidad tres con 26 camas para internación, tomógrafo, mamógrafo y otros servicios sanitarios. El centro de salud lleva el nombre del primer médico rural de la zona: Pedro Salica
De la obra participaron unos cien obreros de la propia Villa Berthet, dentro de los cuales, había 21 mujeres. Todos, en blanco y con salarios dignos. Gran parte de esos trabajadores hoy están ya levantando un barrio de un centenar de viviendas, muy próximo al nosocomio, con el mismo sistema constructivo y en las mismas condiciones laborales.
El pasado lunes, tras nueve meses de labor, el flamante Hospital fue inaugurado.
El guionista, productor y director de televisión y cine Javier Morello, villamariense radicado en Buenos Aires, documentó la obra, a modo de reality, convivió con los trabajadores y vecinos de Berthet durante casi un año y cuenta a EL DIARIO el costado humano de su experiencia, asegurando, sin titubear y profundamente emocionado durante la inauguración: “Yo nací y me formé para filmar esto”.
Un sueño del pibe que se le cumplió al realizador, compartido con otros sueños en este proyecto de

Sueños Compartidos

1 - Exterior - Noche
Frente del Hospital

Cientos de personas se agolpan en el jardin de acceso al Hospital, esperando que los dejen entrar para tomar poseción de lo que les pertenece, porque lo vieron nacer, porque sus propios hermanos, primos, vecinos, fueron los que levantaron las paredes, colocaron los cerámicos, pintaron.
Los obreros, que hasta días antes habían estado en cada detalle de terminación de la obra, ahora cuidan la puerta. Van vestidos con ropa de trabajo azul, calzados con zapatos de seguridad y cascos amarillos.
Morello, el documentalista, los mira emocionado.
Morello
Cien hombres y mujeres que nunca tuvieron un trabajo formal, ahora tienen obra social, cuenta en el banco, aseguradora de riesgo de trabajo. Marcan tarjeta. Tienen libreta que dice que son oficiales o medios oficiales albañiles. Que les permitirá de acá en adelante que se les reconozca lo que sabían de antes y lo que aprendieron en la obra. Esto que parece una boludez les cambió la vida a cada uno de estos tipos y de estas minas, y a sus familias. Pueden comprarse una moto en cuotas. Pueden agrandar la casa. Los pibes de ellos, que desde hace un año cobraban la asignación universal por hijo, ahora reciben salario familiar. A ver si se entiende, están en el sistema.
Conocieron sus derechos. Los ejercen. Discuten. Toman un recibo de sueldo y se pelean si se les liquidó mal una hora extra. Nunca tuvieron recibos de sueldo. Siempre laburaron de acuerdo a la necesidad o el capricho del eventual empleador.
Una mina que vivía con su marido y sus tres hijas en la misma habitación, a los tres meses estaba construyendo en el terreno planeando cómo iba a mejorar su casa. Me lo mostró ella, me llevó al patio para hacerlo y , vi cómo se estaban secando las ropas de trabajo de ella, con el pañuelo de las madres pintado en la espalda. El marido es albañil. Ahora él se encarga de las mejoras en la casa, y ella es la que aporta la guita para los materiales. Le vi la risa hermosa a sus hijas. No me lo contaron. Y sabés qué, esa mina los sábados, estudia Enfermería. Porque quiere trabajar de enfermera en el Hospital que ella misma construyó.

Los vecinos aplauden. Los trabajadores hinchan el pecho y sonríen. Muchos, acaso por primera vez en su vida, sienten que son dueños de algo.

2 - Interior - Tarde
Hospital (Flash brack)

Rosa, Andrea y Cristina son tres de las mujeres trabajadoras que participaron de la obra. Cuidan que nadie acceda a los consultorios antes de la inauguración.

Rosa
Y cómo no va a ser nuestro si lo construimos nosotros.
Cristina
Yo vine acá sin saber hacer nada; siempre había trabajado de empleada doméstica. Ahora, tengo un oficio y un Hospital para mi pueblo.
Andrea
Para mí es una oportunidad...
Rosa
Un día, mi hija va a ser médica de este Hospital.

A tres metros de donde las obreras custodian las puertas, Carolina Acevedo, la ingeniera que tuvo a cargo la obra, va y viene, habla por teléfono y verifica hasta el último detalle.
Carolina
Hacer esto me cambió la cabeza, me la voló. Antes, trabajaba en una empresa privada y creía que era imposible hacer algo así. Pero me equivocaba.

3 - Exterior - Noche
Enfrente del Hospital

Javier Morello mira cómo un conjunto de chicos encabezan, jugando y saltando, el grupo de vecinos que ingresan al Hospital a conocerlo, como quien va a conocer al hijo o al nieto recién nacido, tan esperado.
Morello
Quiero creer que el espíritu de los desaparecidos, que la mayoría de los desaparecidos de esa generación anterior a la mía, se preocupaba por cada sujeto, por cada individuo. Hay que pedir lo imposible, hay que caminar hacia ese horizonte que es la utopía. Pero hay que mejorar la vida hoy y acá de los que menos tienen. Como sea, de a uno. Para construir un cielo perfecto ya están los curas y los santos. Los hombres y la mujeres buenos deberían tratar de que acá (y el acá es el presente) haya menos injusticia, menos dolor, menos hambre. Entonces, a las Madres se les ocurrió esto.
Yo vi cómo Villa Berthet un pueblo que supo ser floreciente en la época del algodón, revivía a partir de que cada mes entraban los sueldos de los obreros del Hospital. Porque en general las empresas que hacen obra pública llevan a gente capacitada y formada de afuera. Es impresionante ver a la gente involucrada, compartiendo, educando, aprendiendo.

Un sueño, diez sueños, mil sueños, compartidos. Una película, un reality que se va construyendo día a día con el aporte de todos, con compromiso y solidaridad. Y que si queremos, continuará...

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