Seguramente, a la hora del balance, todos aquellos que de una u otra manera estuvieron vinculados con la organización y puesta en marcha de espacios peñeros mostrarán la satisfacción del deber cumplido.
Es que, noche a noche, los cultores de los lugares donde el folclore encontró seguro refugio pudieron cosechar la aceptación plena y el acompañamiento popular.
En los días que se extendieron las peñas, público de toda edad, se acercó hasta los reductos en que la música autóctona se apoderó de los escenarios. La comida tradicional (de excelente factura) fue otro de los atractivos que terminaron por consolidar la irresistible propuesta.
La peña de Los Soñadores y la Agrupación Folclórica, sin dudas, encabezaron por magnitud y esfuerzo el sector que desde hace años (y muchas veces contra viento y marea) apuestan por encender sus fogones criollos.
También la peña solidaria de la doctora Zazo Vaudaña, la "VIP" de King Bar y la propuesta del Rotary Club Este (con el "Negro" Oscar Paéz como artista principal), se erigieron este año como convocantes.
La noche del domingo, fue quizás una muestra cabal de la fidelidad del público peñero. Ni la inoportuna llovizna pudo remover a los espectadores que ávidos de folclore, locro y empanadas, bancaron en sus asientos el chubasco y se quedaron hasta entrada la madrugada comiendo, cantando y bailando.
Más temprano y en un gesto de confraternidad, referentes de otras expresiones musicales (cuarteto, reggaeton y otros), también se dieron el gusto de ocupar el palco reservado para los artistas.
Todos ganaron... los que fueron en busca de shows de calidad, aquellos que pretendieron saborear el guisado más famoso de la Argentina y los otros que, subidos a las tablas, cumplieron otro verano sus sueños de cantar ante la multitud.