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El titular del Colegio Profesional de Martilleros y Corredores, Gabriel Valinotto |
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"No se ejecuta como antes". "No hay casi trabajo"... Son frases comunes en los días que corren cuando uno acomete la charla con los profesionales del rubro. El refugio parece ser la doble matrícula (la de Corredor Inmobiliario junto a la de Martillero Público), ya que la primera actividad permite todavía volcar la capacidad laboral hacia un sector en el que son posibles algunas transacciones. "Vendiendo una casa, realizando el cobro de un alquiler... te vas defendiendo, porque lo que es bajar el martillo...". Y a esta altura hay que decir que afortunadamente el 95% de los martilleros de Villa María tienen también la matrícula de Corredores inmobiliarios. Ahora bien, lo que sucede es que en este rubro mermó la actividad a raíz del enfrentamiento entre las entidades del campo y el Gobierno nacional, situación a la que se agrega ahora la retracción provocada por el cimbronazo de la economía mundial tras el segundo crack financiero más importante en la historia de los Estados Unidos. Es decir que la tabla que ayudaba a mantener la línea de flotación, está enfrentando una especie de "turbulencia". Y es en ese "mar" donde les toca navegar a los martileros. @ Acuerdos antes que remates Al panorama que venimos trazando se suma una modalidad que ha ganado terreno en los últimos años, que es la búsqueda de un acuerdo entre el deudor y el acreedor. Está claro que tras aquella situación límite de 2001, en la ciudad se vendieron miles de autos, varios miles de motos, decenas de miles de electrodomésticos... La mayor parte de las transacciones se realizaron "en cómodas cuotas" y parece impensable que todas se encuentren al día, como para que aquí no se haya rematado nada de eso. Lo único que generalmente llega "al martillo", por así decirlo, son las quiebras. Y, en algunos casos, hay acuerdo un par de días antes, con lo que la intervención del martillero a duras penas alcanza para hacer frente a todos los gastos que conlleva el remate. Lo dicho, el arreglo, el acuerdo, lleva a que la participación del profesional sea mínima. Como se puede apreciar, ha corrido bastante agua bajo el puente después de sancionada la Ley de Emergencia con la que se frenaron los remates durante el período presidencial de Eduardo Duhalde, pero casi que podría decirse que "todo está como entonces". @ Una incertidumbre que se prorroga Desde la presidencia del Colegio de Martilleros, Gabriel Valinotto lamenta que "la situación actual no permita avizorar grandes cambios en positivo para el futuro cercano". "La gente de campo no sembró trigo porque no sabía qué iba a pasar, a lo que se sumó la falta de lluvias... Se han dado algunas situaciones cuyos resultados estarán presentes hacia mediados del año próximo", consideró el directivo del Colegio en una charla con un periodista de este medio. Para él, como para muchos otros profesionales, en este panorama tan complicado, parece más que inoportuno separar a los martilleros y a los corredores en dos instituciones, "Divididos será mucho más difícil conseguir más y mejores servicios sociales. Cuando se hace fuerza en una misma dirección, todos juntos, siempre se avanza con más firmeza en muchos órdenes", consideran. Y señalan que "las nuestras son dos actividades que siempre han ido de la mano, porque en realidad tienen algo muy fuerte en común: en una existe una venta que se realiza de manera forzada y en la otra hay una venta que se realiza por el libre juego de la oferta y la demanda; y en ambas se hace imprescindible la participación de un profesional en ‘bajar el martillo’ ", una modalidad que fue reglamentada en el Código de Comercio, hace ya más de ciento cincuenta años. La ley que hizo posible la división, la que lleva el número 9.445, se encuentra "parada" en función de dos recursos de amparo que fueron presentados por quienes están en favor de un mismo colegio para las dos profesiones. Lo que está claro es que la actividad se fue perfeccionando en su transcurrir a los largo de los siglos XIX, XX y XXI, llegó al ámbito universitario para servir de mejor manera a la sociedad, y cuenta en ella con personas que la han abrazado con verdadera vocación.
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